Corría el año 1940 -la guerra civil española recién había concluido- cuando un joven estudiante de ingeniería naval recibió el llamado de Dios. Fue ordenado sacerdote el 25 de abril de 1948. Con apenas 28 años vino a Chile; solo, sin dinero, pero con un gran afán apostólico. Su misión: formar el Opus Dei. Lo dirigió entre 1959 y 1962 y posteriormente entre 1965 y 1988, año en que san Juan Pablo II lo nombró obispo de la diócesis de Los Ángeles.
Es parte de la historia de Mons. Adolfo Rodríguez narrada en el libro ¿Te Atreverías a ir Chile? Una semblanza de don Adolfo Rodríguez, recientemente lanzado en Viña del Mar.
El escritor, Pbro. Cristián Sahli, quiso ahondar en esta breve entrevista -desde un punto de vista anecdótico e histórico- en su vida, destacando el gran amor que le tenía a Jesucristo y a Chile. Por su parte, el autor del libro, P. Cristián Sahli, añadió que “Mons. Adolfo Rodríguez le tuvo mucho cariño a V Región” deseo plasmado en los constantes retiros que predicaba en la zona, destacando además su identificación con Chile. “Si bien su origen era español, me atrevo a decir que si llega a ser canonizado (ya es siervo de Dios) será un santo de nuestra Iglesia. Fue un obispo chileno, ¡se hizo muy chileno!”, señala el sacerdote.
Padre Cristián: ¿Cómo sintetizaría el amor por Cristo que tenía don Adolfo?
Todo se resume en una frase: cuando él va a comunicarle al fundador del Opus Dei, san Josemaría Escrivá, que está dispuesto a seguir el camino de Jesucristo, éste le contesta con una frase que se le quedaría grabada para siempre: “¿Estás dispuesto a hacerte como Cristo obediente hasta la muerte y muerte de cruz?”. Es decir, ¿estás dispuesto a seguir el modelo de Jesucristo? …fue un enamorado de Él.
¿Cómo fue la aventura de venirse a Chile?
Partir solo desde España a América en esa época era muy audaz. En Chile, comienza el trabajo apostólico con 1.477 pesos, el equivalente a 200 kilos de pan. Aquí lo recibe el cardenal Caro, quien había pedido expresamente que el Opus Dei llegara a nuestro país. Le piden que se haga cargo de una residencia universitaria. Hizo unas 400 visitas para pedir fondos. Además, se encargaba de formar a los universitarios; que les fuera bien en los estudios, de alimentarlos, hacía camas y limpiaba. Todo esto, compatible con su trabajo de profesor universitario. Así se las batió un año y medio hasta que llegaron otros laicos del Opus Dei. Este fue el comienzo de la labor; con esta pequeña semilla de un hombre que fue fiel.
Con posterioridad…¿Cómo asumió el llamado a ser Obispo de Los Ángeles?
Fue llamado al episcopado por san Juan Pablo II en 1988. Y no lo dudó. Pero tenía 68 años y debía realizar una tarea nueva que no había hecho nunca. Era un desafío y un gran sacrificio. Lo asume con alegría, generosidad y fidelidad al Papa. Tuvo mucha vida pastoral; muchas veces tenía tres confirmaciones en un día, bendiciones, en fin, muchas cosas.
La aventura de Jesucristo
¿Cómo influyó este sacerdote en su propia vocación?
Hoy con la perspectiva del tiempo, me doy cuenta que las decisiones de ese joven influyeron en mí y en la de muchas otras personas. Estos ejemplos, como el del fundador del Opus Dei, el de su sucesor, el beato Álvaro y el recientemente fallecido prelado del Opus Dei Mons. Javier Echevarría, impulsan a decir: vale la pena entregarse con generosidad al querer de Dios. Son ejemplos que inspiran a escribir libros (…) han dejado todo por construir algo que no es para ellos, sino que es para Dios y para los demás.
¿Cuál es el legado de don Adolfo?
Quisiera destacar que el mensaje tanto de san Josemaría como de don Adolfo es para los cristianos corrientes: para las madres de familia, los padres, los hermanos (…) en la vida corriente también Dios nos pide vivir el vértigo de la acción del Espíritu Santo. No es necesario plantearse cosas extraordinarias. Dios a cada uno le da su propio don, pero ahí en las cosas de cada día, en los actos de amor, la vida se hace apasionante.
¿Qué le diría usted a los jóvenes para que se atrevan a responder a esa aventura de “venir a Chile”?
Un joven puede responder a su misión, la que le tiene preparada Jesucristo, si lo conoce y se enamora de Él. Yo creo que tienen dos opciones -todos hemos sido jóvenes- seguir el camino que quieren construir personalmente, o bien, preguntarle a Jesucristo, ¿es ese el camino que quieres para mí? Yo pienso que la aventura de una persona que sigue el camino de Jesús es mucho más grande.
Fuente: Comunicaciones Prelatura del Opus Dei, Chile
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