Los obispos llaman en primer lugar a vivir “este profundo signo de humildad sin poner en riesgo nuestra salud ni la de los demás” ya sea que se pueda participar presencial o remotamente, debido a la pandemia. Luego se recuerda que, en este tiempo de conversión, en que se nos invita a todos a renovar nuestra fe y esperanza, es también momento de purificación y penitencia por el dolor causado: “Los pastores de la Iglesia pedimos una vez más perdón a Dios y a nuestros hermanos y hermanas que han sido abusados, maltratados, excluidos o ignorados por algunos de sus ministros. Una sincera conversión sólo brota de un corazón arrepentido y dispuesto a curar el daño provocado, acompañar al herido en su camino y recomenzar desde Cristo”.
Junto con lamentar el grave daño a la salud y la muerte de numerosas personas a causa del COVID-19, se recuerdan sus graves consecuencias sociales. Ante ello se agradece a Dios por “las innumerables expresiones de fraterna solidaridad, caridad y cercanía de parientes, vecinos y amigos, como también de compromiso profesional de quienes trabajan sirviendo a los enfermos en hospitales y centros de salud” y a sacerdotes, diáconos, religiosas, religiosos y laicos “que han procurado acompañar con los sacramentos, la oración y el consuelo en este tiempo de incertidumbre”.
También se constata, con tristeza, las situaciones “de violencia en nuestra sociedad, que se expresa en la terrible pérdida de vidas humanas, agresiones a personas, casas, reparticiones públicas, medios de transporte e incluso lugares de culto de distintas confesiones religiosas”, así como el incremento en la migración de personas que provienen de naciones con enormes crisis. “Como sociedad, no podemos desentendernos del drama humano que vive cada una de estas personas”, interpelan los obispos. Al mismo tiempo se recuerda a quienes han perdido hogares y fuentes económicas por la inusual intensidad de manifestaciones climáticas, ante lo que muchas personas se preguntan “¿qué nos está diciendo el Señor? ¿qué podemos hacer para vivir nuestra condición de cristianos en el tiempo presente?”.
Es así como se llama a meditar con corazón sincero la Palabra de Dios, para el discernimiento cotidiano, más allá de las posibilidades que se tengan de participar en la Santa Misa presencialmente o a través de los medios telemáticos. Se recuerda también, que la oración personal y comunitaria es siempre camino seguro para descubrir la voluntad de Dios. “Invitamos a una oración de petición, humilde y confiada en el buen Dios. No dejemos nunca de orar incesantemente por el don de la vida y la salud, de la justicia y la paz” agregan los pastores, resaltando el mensaje de Cuaresma 2021 del Papa Francisco: “la vía de la pobreza y de la privación (el ayuno), la mirada y los gestos de amor hacia el hombre herido (la limosna) y el diálogo filial con el Padre (la oración) nos permiten encarnar una fe sincera, una esperanza viva y una caridad operante”.
“En consecuencia, como expresión de cercanía y solidaridad con los que sufren la marginalidad, el abandono o la enfermedad, este tiempo de Cuaresma nos abre la posibilidad de comprender más a fondo sus carencias y anhelos, desde las nuevas pobrezas que ha causado la pandemia y sus efectos. En Chile, nuestra campaña “Cuaresma de Fraternidad” mantiene su opción prioritaria hacia las familias inmigrantes, especialmente frágiles en su vulnerabilidad. Les invitamos a conocer los esfuerzos que se han hecho y a sumar nuevos en el sitio www.cuaresmadefraternidad.cl”, destaca el Comité Permanente de la CECh.
Reconociendo que este complejo tiempo ha traído diversos tipos de privaciones a muchos, también ha revelado a quienes han puesto en riesgo la salud y la vida propia y ajena. “En estos tiempos de austeridad que vivimos, el derroche y el despilfarro no tienen cabida en una sociedad que busca superar sus desigualdades. Por eso, la Cuaresma nos da la posibilidad de volver a lo esencial de nuestra vida de creyentes, poniendo a Cristo en el centro”, agregando “¡Necesitamos renovarnos en actitudes esperanzadoras! (…) Dar esperanza es tan sencillo como ser “una persona amable, que deja a un lado sus ansiedades y urgencias para prestar atención, para regalar una sonrisa, para decir una palabra que estimule, para posibilitar un espacio de escucha en medio de tanta indiferencia” (Fratelli tutti, 224).
La posibilidad de acceder a una de las vacunas en contra del COVID-19 se señala como una ventana de esperanza para iniciar el proceso de superación de esta grave pandemia, por lo que se invita “a todos a que de manera responsable y solidaria concurramos -de acuerdo a los planes de la autoridad sanitaria- a algún centro de vacunación para ser inoculados” pues no hay razones fundadas para sospechar que las vacunas sean dañinas ni para que su uso pueda ser objeto de un reproche moral.
Finalmente, los obispos recuerdan que iniciamos un año de importantes decisiones para la vida del país “en las cuales cada compatriota debe ser protagonista” llamando a participar activamente, y a estar informados de qué se trata cada elección, de los proyectos y programas de los candidatos y candidatas. “Así como Cuaresma es un camino para creer y ser testigos de un tiempo nuevo, ayudemos con nuestras actitudes personales, familiares y cívicas a que las generaciones jóvenes sigan creyendo en Chile y en los valores humanos y cristianos que a lo largo de la historia han inspirado a nuestra sociedad”, añadiendo que contemplando los valores que el Papa Francisco invita a reconocer este año en san José, reconsideremos “en nuestra memoria comunitaria y personal, la fe que viene de Cristo vivo, la esperanza animada por el soplo del Espíritu y el amor, cuya fuente inagotable es el corazón misericordioso del Padre” (Mensaje Cuaresma 2021).
Fuente: Comunicaciones CECh
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