
Se aproxima el Día de los Patrimonios, una fecha que año a año congrega a miles de personas de todas las edades en torno a espacios que son parte de nuestra historia e identidad. Como alguien nacido y educado en Valparaíso, pero que ha pasado algunos años sirviendo en otras comunidades de la zona, hoy sirvo en la ciudad puerto como párroco de la Iglesia Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa en Playa Ancha. Estos días me ha permitido observar con tristeza el evidente deterioro de esta ciudad, cuya riqueza arquitectónica y cultural parece desvanecerse en el tiempo.
Entre los símbolos más afectados por esta desidia se encuentran las iglesias históricas, muchas de las cuales enfrentan un avanzado estado de abandono. Estas iglesias no son solo templos de fe; son auténticos monumentos que forman parte del paisaje patrimonial de Valparaíso.
Será especialmente significativo reflexionar sobre este tema en el año en que como Iglesia de Valparaíso celebramos su centenario como diócesis. Proteger el patrimonio eclesiástico es también proteger la memoria y el alma de nuestra ciudad. Esto requiere un esfuerzo conjunto, donde las autoridades, las organizaciones culturales, las comunidades religiosas y la ciudadanía puedan trabajar unidos.
Ojalá que este Día de los Patrimonios sea una ocasión para tomar conciencia de esta realidad y para renovar nuestro compromiso con la protección de la “Joya del Pacífico”.
Por: Pbro. César Eduardo Flores Cano, Párroco de la Iglesia Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, Playa Ancha, Valparaíso.

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