Una hermosa y esperanzadora mañana se vivió este sábado 24 de septiembre en el Centro Penitenciario Femenino de Valparaíso lugar al que llegaron 26 religiosas de claustro para compartir con internas del CPF en el Año de la Misericordia.
El encuentro se inició con una Eucaristía que fue presidida por Mons. Gonzalo Duarte, Obispo de Valparaíso y concelebrada por los padres Víctor Godoy y Óscar Ávila. En ella estuvieron presentes religiosas de tres de los cinco monasterios presentes en la nuestra Diócesis. Ellas eran de las Hermanas Benedictinas de Rautén, Quillota y de las Carmelitas Descalzas de Lagunillas y de Viña del Mar (Agua Santa), también había seminaristas jesuitas y diocesanos, junto con agentes pastorales de la Pastoral Carcelaria.
En su homilía, Mons. Duarte se refirió al Evangelio leído que relató la visita de la Virgen María a su prima Isabel. “Qué importante son las visitas e ir a vernos. La Virgen va e Isabel se sorprende y le dice yo sentí que eras la madre del Señor porque el niño que llevo en mi vientre saltó de alegría. La Virgen va a acompañarla, atenderla; y cuando el niño nace, ella se fue”. “
Las hermanas religiosas han querido venir a verlas, se han preparado espiritualmente. Ellas no pueden salir de sus monasterios, pero fueron autorizadas para venir. Pensemos qué importante es visitarnos, qué importante es la visita de Dios, qué importante es visitar a los que están solos, enfermos, privados de libertad. Es importante pensar que si yo he recibido una visita puedo visitar a otra persona por ejemplo a una chica del complejo a la que nadie visita”.
“Quedémonos con el mensaje de compartir lo más importante que tenemos: nuestro cariño, amistad y tiempo. Qué mensaje trae para nosotros estas dos mujeres que se encuentran, se comunican”.
Al terminar la Santa Misa, las religiosas de vida contemplativa compartieron alegremente con varias de las internas del Centro Penitenciario Femenino. Alegres, receptivas y sobre todo testimoniando felicidad y esperanza escucharon a las reclusas quienes compartieron sus vidas.
Después del almuerzo, las religiosas se dividieron en dos grupos para visitar dos módulos y tener un momento de compartir y de oración con las internas.
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