Con un corazón alegre, y lleno de júbilo centenares de fieles llegaron el pasado sábado 06 de diciembre al mediodía a la Gruta de Lourdes de Quintero ubicada en calle Vicuña Mackenna 1230 para dar gracias a Dios por el regalo de su Madre, quien llena de amor nos acoge, como cada año, en esta Solemnidad de su Inmaculada Concepción. Celebramos con gran regocijo, el inmenso privilegio concedido, ser la Madre del Hijo de Dios.
La solemne celebración eucarística fue presidida por el párroco de la Parroquia Santa Filomena Padre Carlos Medina acompañado de los sacerdotes Padre Bruno Pietrobon y Padre Pedro Ferrini. Además, estuvieron presente los niños de la catequesis familiar de primero y segundo año, las comunidades María de la Paz, Anunciación, Santa Filomena y Lourdes donde se realizó el Mes de María.
En su homilía el Padre Carlos destacó que “en el corazón de los pueblos y ciudades siempre está la presencia de María, una presencia dulce y tranquilizadora, María con su presencia discreta a todos les da Paz, esperanza, especialmente en los momentos alegres y en los momentos tristes de la existencia. Cuánta gente llega a la Gruta de Lourdes a buscar en María consuelo. En las Iglesias, en las capillas y en las paredes de muchos edificios, aparece la imagen de María, una imagen que vela constantemente por cada uno de sus hijos”.
“Ella es la Madre Inmaculada que repite a todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo: No tengan Miedo Jesús ha vencido el mal, ha vencido el dominio del mal desde la raíz. Por eso tenemos a María, no se puede entender cómo muchos tienen miedo de los males”.
Por último, señaló que María es la pureza en persona en el sentido en que su espíritu alma y cuerpo son plenamente coherente entre sí y con la voluntad de Dios, la Virgen nos enseña abrirnos a la acción de Dios para ver a los demás como Dios nos ve a todos a partir del corazón, a vernos con misericordia, con amor y una ternura infinita especialmente a los que están más solos; tantas personas que sirven alimento para otro en el comedor parroquial, tantas personas que alcanzan ropa para otro, tantas personas que le dan techo, tantas personas que cuidan a otro, tantas personas que no condenan, no se quejan no echan la culpa a los demás, sino que hacen el bien en vez del mal, esto es lo que cambia la realidad”.
La oración universal fue realizada por niños de la catequesis familiar y feligreses de las diferentes comunidades. En el momento del ofertorio se presentó el Pan y el Vino; y, rosarios confeccionados por los niños de la Catequesis Familiar los que fueron llevados por los niños y padres hasta el altar, para después ser colocados a la Virgen.
Fuente: Mauricio Tobar, Comunicador Parroquia Santa Filomena de Quintero
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