Con la presencia de autoridades civiles y militares, sacerdotes, pastores, pastoras y representantes de diversas Iglesias y Comunidades Cristianas hermanas y fieles se realizó el décimo segundo Te Deum Ecuménico en la Iglesia Catedral de Valparaíso con el que se dio comienzo oficial a las celebraciones Patrias de este año en Valparaíso.
Mons. Duarte inició su homilía haciendo un recuerdo de los inicios del Te Deum y del significado para nuestra Patria del 18 de septiembre. “En todos los lugares de nuestro territorio, como también las comunidades de chilenos que viven en el extranjero, lo celebramos con cariño y alegría y en estos días nos sentimos cercanos y hermanos. Y en todas las ciudades y en la inmensa mayoría de nuestras comunidades lo celebramos con una Oración Ecuménica de Acción de Gracias a nuestro Dios: un Te Deum”.
También reflexionó sobre los textos sagrados que se escucharon señalando que se eligieron buscando una iluminación de la Palabra de Dios para la situación que hoy está viviendo la Humanidad, y que también estamos viviendo en Chile, en nuestras familias y comunidades. “Hay un ambiente enrarecido e ingrato. Se siente inseguridad y temor. Percibimos una generalizada desconfianza en las personas e instituciones, incluso en instituciones fundamentales de la sociedad y también en la Iglesia y, debemos reconocerlo penosamente, con razón”.
“Hay un generalizado ambiente de queja, de todos y por todo. Abundan las “denuncias”, “los emplazamientos”, las descalificaciones personales más que la conversación y discusión respetuosa y ciudadana. Se ridiculiza a quienes no piensan igual, incluso a las más altas autoridades del Estado. Da la impresión de que hemos perdido el sentido de “el bien común”. Los niños y jóvenes que ven esto en nosotros los adultos, lamentablemente están aprendiendo a manejarse así”.
Sin embargo, señaló que la celebración de las Fiestas Patrias es una ocasión privilegiada para agradecer a Dios por Chile y meditar en la Patria que queremos construir. “Es ésta una hermosa tarea que a todos nos convoca. Es un proceso que vamos realizando en continuidad con lo que hicieron en su momento nuestros mayores y los mejores hombres y mujeres de nuestra historia. Pero tenemos que concordar valores fundamentales en la sociedad chilena. Debemos jugarnos por el respeto a todos… porque todos somos hijos e hijas de Dios y de igual dignidad. Debemos tratar de crear un ambiente de cordialidad en la sociedad chilena, desafío no fácil y que pasa por cumplir cada uno las leyes vigentes, pues la ley no tiene otra finalidad que propender al Bien Común y organizar los múltiples derechos que cada uno tiene en la vida social, teniendo como norma fundamental que los derechos de uno terminan donde empiezan los derechos del otro”.
Al ir agradeciendo por todo lo que Dios nos ha dado, se fue preguntando cómo nosotros nos preocupamos por: nuestros padres, abuelitos y por todos quienes se jugaron, a veces en situaciones de mucha pobreza y precariedad, por darnos lo que gracias a ellos hemos recibido; por el don de la vida que se manifiesta en los miles de niños que nacen cada año en Chile; por las mamás de Chile. “Estamos absolutamente a favor de la vida desde el primer instante de la concepción hasta el fin natural de la misma. Públicamente nos hemos manifestado en forma clara y respetuosa contra toda legislación e iniciativa que permita el aborto directamente procurado”. También, reflexionó sobre la Reforma Educacional, la inequidad social que afecta a todas las sociedades del mundo, incluso a las de los países más desarrollados, y sobre la delincuencia.
“Creemos que lo que urge es un cambio profundo de actitud. Tenemos que ir en búsqueda de los demás, particularmente de los más postergados material o espiritualmente. Tenemos todos que ponernos al servicio de todos, aportando cada uno lo mejor de nosotros mismos desde la situación en que estamos dentro del tejido social de la Nación. Tenemos que trabajar una “cultura del servicio”. Aún más, nosotros los creyentes tenemos que cultivar “la espiritualidad del servicio” y tratar de vivir la actitud acogedora, bondadosa y misericordiosa del Padre bueno del texto evangélico que hoy se ha proclamado. Pero primeramente necesitamos experimentar personalmente la misericordia y el perdón del Señor. Sólo si experimentamos en nosotros la paternidad de Dios podremos descubrir que todo hombre es mi hermano, que toda mujer es mi hermana y que estamos llamados a construir una Nación de hermanos y hermanas donde todos tengamos pan, respeto y alegría”.
Al finalizar su homilía, y tomando en consideración la Encíclica del Papa Francisco Laudato si sobre el cuidado de nuestra casa común, señaló que “Este llamado urgente es también para nosotros. La depredación que han producido los incendios en los cerros de Valparaíso y en los alrededores de nuestra ciudad; la irresponsable acumulación de basura y desechos en nuestras quebradas; el petróleo que ha dañado gravemente y más de una vez la bahía de Quintero; la grave polución del aire en Ventanas y Puchuncaví por el humo tóxico de las industrias no son sino preocupantes botones de muestra de una situación grave que afecta más gravemente a los pobres. Gracias a Dios desde ya hace años los profesores y profesoras están formando a nuestros niños y jóvenes en una cultura ecológica, pero a todos nos falta un largo camino que recorrer, camino que no es el del endiosamiento de la naturaleza, pues ésta fue creada por Dios para el servicio y disfrute responsable del hombre y la mujer, y que es camino de vida y de felicidad para todos”.
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