“Debemos perder el miedo a salir al Encuentro del otro para ser parte del cambio”, es una de las conclusiones de los 300 jóvenes que fueron parte del I Congreso Nacional de la Academia de Líderes Católicos, que se realizó el pasado fin de semana, y que convocó a estudiantes secundarios y universitarios, que fueron parte de la Escuela de Líderes Católicos del primer semestre. “Hemos hecho por primera vez un congreso de líderes católicos que lo hemos dedicado a la Misericordia, en respuesta al desafío del Papa Francisco. Este fue para discutir y presentar a la Iglesia una propuesta de las consecuencias sociales de la Misericordia, y ser un aporte real a la misión Evangelizadora de la Iglesia en Chile y el mundo”, expresó José Antonio Rosas, Director General de la Academia de Líderes Católicos.
Los jóvenes llegaron desde diócesis tan diversas como Illapel, San Bernardo, Santiago, Linares, Chillán, Concepción, Valparaíso y Valdivia, para coronar un profundo proceso de formación, recibiendo su certificado de manos del Cardenal Ricardo Ezzati, quien presidió la Misa y la ceremonia de graduación: “La experiencia de la ALC es una de las mejores experiencias que ha habido en los últimos años a nivel nacional en pastoral juvenil”, dijo el Arzobispo de Santiago ante los presentes e hizo un llamado a ser verdaderos líderes, imitando a Cristo: “Un buen líder es alguien que aprende a ver, conmoverse y compartir con el otro. Jesús es el buen samaritano que ve a cada uno de ustedes, los mira con compasión, se conmueve con la vida, los deseos, las intenciones que cada uno tiene, su miseria y sus pecados. Pero Jesús no solo nos ve y se conmueve por esta situación, Él se compromete, da su vida por nosotros, nos entrega constantemente el don de su propia existencia para que tengamos vida abundante”, dijo.
Por su parte, el Nuncio Apostólico, Monseñor Ivo Scapolo, llamó a los jóvenes a convocar a sus pares en esta gran misión: “quiero pedirles que sean protagonistas de hoy. Pregúntense, cómo pueden motivar a otros jóvenes e influir positivamente en el cambio de la sociedad chilena y en la realidad del mundo, en esta época de grandes desafíos”, expresó.
Bajo el lema “Jóvenes al servicio de la Misericordia de Dios” el Congreso buscó detectar los desafíos que los jóvenes ven en nuestra sociedad actual, y cómo enfrentarlos bajo la luz de la misericordia: “Los temas se elaboraron a partir de un proceso participativo, donde se escuchó la reflexión de los jóvenes, rescatando los puntos que más se repitieron entre sus preocupaciones. Así se elaboró un índice del documento conclusivo”, explica Víctor Ramírez, coordinador del Congreso. Así, se abordó el pensar de los presentes en política, anunciadores de la misericordia, personas privadas de libertad, jóvenes que no estudian ni trabajan, migrantes, cultura de la indiferencia, diálogo interreligioso, familia y derechos humanos.
Principales conclusiones
“Lo que más influye en lo público es la coherencia, decir y hacer lo correcto”, expresaron los jóvenes al momento de pensar en cómo ser anunciadores de la misericordia: “Hay que entender el contexto en el que tenemos que anunciar, el tiempo en que vivimos y perseverar para llegar al corazón de las personas”.
En política, los jóvenes expresaron la importancia de la organización comunitaria: “Hay que hacer más política comunitaria, aquella que se expresa desde la familia, los barrios, y las comunidades, tanto de la acción social como política”, explicando que retomar las acciones que generen confianza entre los pares, ya desde la familia. En este último concepto, los votantes reconocieron a la familia como célula viva de nuestra sociedad y llaman al Estado a protegerla: “Que la sociedad y el Estado promueva y proteja la unidad familiar, como núcleo fundamental para aprender a vivir el amor y nutrirse de éste”.
En el ámbito de los desafíos en migración, los presentes urgieron a “ver a Cristo en el otro, sin importar su procedencia, porque estamos convencidos que todos tenemos la misma dignidad por ser personas”, llamando a predicar con el ejemplo ante situaciones discriminatorias: “Cuando conozcamos o veamos a migrantes o seamos testigos de un maltrato o menosprecio a personas por su piel, origen, lenguaje, creencias, vestido, costumbres diferentes, tenemos que pedir respeto y acoger al inmigrante”.
A su vez, los alumnos reconocen la importancia de dialogar con personas de otros credos, en una actitud fraterna y honesta: “Es importante destacar las ideas que nos resultan comunes con quién tiene otra religión, pero no intentar silenciar los puntos en que hay divergencia. Lo que interesa en un diálogo inter-religioso es justamente conocernos, querernos con las diferencias y acercarnos”, reflexionaron.
El aborto, la eutanasia y la pena de muerte son problemas donde los jóvenes ven un claro atropello a los derechos humanos: “La libertad de uno comienza cuando termina la del otro, desde este punto no podemos decidir sobre la vida del otro, transgrede la dignidad de las personas y lo principal el derecho a vida de cada persona humana”, llamado a no resolver estos problemas por la solución más fácil, que sería optar por la muerte de las personas que no se pueden defender: “En los derechos humanos se tiene que implementar la Doctrina Social de la Iglesia”, apuntan.
Los jóvenes reconocen que existe mucho trabajo aún por hacer cuando hablamos de reinserción y personas privadas de libertad. En el documento, plantean la necesidad de crear más oportunidades, para que delinquir no sea la única opción: “Es necesario velar por condiciones dignas de desarrollo para que delinquir no sea la única alternativa”, y agregan que es importante trabajar en el proceso de reinserción, clave a la hora de terminar con la delincuencia: “Es de primera necesidad acompañar a la persona privada de libertad en su proceso de sanación y posterior reinserción, con todo lo que implica”.
Con especial preocupación se mira a quienes no estudian ni trabajan, aquellos jóvenes que parecieran no tener un rumbo en su vida. Los presentes acordaron que no es bueno juzgar, sino más bien entender y entregar orientación en los colegios, y generar oportunidades: “presentarles la opción a los jóvenes que el ejercer el servicio comunitario, actualmente, es una gran arma para poder entrar al mundo laboral sin tener una hoja de experiencia laboral.
Finalmente, los jóvenes llamar a no dejarse vencer por la cultura de la indiferencia: “Afirmamos que la indiferencia que padecemos, genera exclusión de adultos mayores, de personas en situación de calle, de enfermos, inclusive ocurre en nuestra propia familia” y terminan llamando a todos los jóvenes de buena voluntad a ser protagonistas del presente, para tener un futuro mejor: “El cambio en el mundo, parte por nosotros, desde nuestras realidades personales, hacia el mundo que nos rodea”.
Fuente: Academia de Líderes Católicos
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