La mañana se inició en la Plaza Aníbal Pinto donde se congregaron las religiosas a tener un momento de canto y animación. Luego, en el Año Santo de la Misericordia, iniciaron una procesión por Calle Condell en la que mientras rezaban el rosario las religiosas entregaban oraciones a los transeúntes.
Llegaron hasta la Plaza Victoria y a las 12:30 horas se inició la Eucaristía en la Iglesia Catedral que fue presidida por Mons. Gonzalo Duarte, Obispo de Valparaíso y concelebrada por Mons. Jorge Romero Vicario de la Vida Consagrada. En la procesión de entrada las religiosas depositaron un clavel que significa su entrega al Señor.
En su homilía, Mons. Gonzalo Duarte destacó y agradeció la presencia de las religiosas en nuestra Diócesis. “Hay hermanas que están en el mundo de la educación, otras que trabajan en hogares de niños, en hogares de ancianos, otras trabajan en el mundo poblacional, de nuestros cerros y quebradas, hay religiosas que trabajan en la pastoral de mujeres que han caído en el mundo de la prostitución, otras que trabajan con personas que han caído en el mundo de la droga. Por lo tanto, las hermanas tienen los pies bien puestos sobre la tierra, pero la mirada puesta en el cielo. Precisamente, celebramos el Día de la Religiosa en este día en que la Iglesia nos invita a tener la mirada y el corazón en el cielo, donde está la Virgen Santísima como garantía, certeza de que esa es nuestra fe y nuestra esperanza”.
“La Virgen Santísima en su Asunción, es la Virgen que es la garantía y la certeza para el pueblo cristiano peregrino que vamos caminando a la casa del Señor. Por eso esta peregrinación simbólica que las hermanas hicieron desde la Plaza Aníbal Pinto a la Iglesia Catedral y entraron por la Puerta Santa de este templo jubilar para significar que somos una Iglesia peregrina, una Iglesia que camina pero que no camina a cualquier parte vamos caminando a la casa del Señor”.
“Como Obispo quiero manifestar mi inmensa gratitud a las hermanas religiosas y a las hermanas consagradas. No alcanzo a visitarlas a todas, pero debo reconocer que a las que nunca dejo de ir a ver es a las hermanas contemplativas. Manifestamos la gratitud de la Iglesia a ustedes hermanas religiosas y a todas las consagradas y consagrados por su presencia y su acción testimonial en nuestra Iglesia”.
El 15 de agosto, celebramos la Solemnidad de la Asunción de la Virgen. Esta fiesta nos recuerda el triunfo final de María, su glorificación y su redención final en Cuerpo y Alma. El dogma de la Asunción de la Virgen fue definido, después de consultar a los Obispos de todo el mundo, por el Papa Pío XII en 1950.
Lo importante es no olvidar que este día celebramos, juntos en comunidad, el hecho de que María fue llevada al cielo y está junto a su Hijo en el cielo en forma gloriosa. Así esperamos estar nosotros algún día. Que el Señor las siga bendiciendo en sus múltiples servicios que desempeñan en los diversos rincones de nuestra patria.
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