“Hoy somos retados a mirar de frente, asumir y sufrir el conflicto, y así poder resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo caminar”, señala el Papa Francisco en su carta dirigida al Pueblo de Dios que peregrina en Chile, dada a conocer al mediodía del jueves 31 de mayo.
Respecto del tiempo que estamos viviendo como Iglesia en Chile, el Papa enfatiza en que “hoy sabemos que la mejor palabra que podemos dar frente al dolor causado es el compromiso para la conversión personal, comunitaria y social que aprenda a escuchar y cuidar especialmente a los más vulnerables. Urge, por tanto, generar espacios donde la cultura del abuso y del encubrimiento no sea el esquema dominante; donde no se confunda una actitud crítica y cuestionadora con traición. Esto nos tiene que impulsar como Iglesia a buscar con humildad a todos los actores que configuran la realidad social y promover instancias de diálogo y constructiva confrontación para caminar hacia una cultura del cuidado y protección”.
El Santo Padre explica en su carta que la visita de Mons. Scicluna y Mons. Bertomeu se origina al constatar que “existían situaciones que no sabíamos ver y escuchar. Como Iglesia no podíamos seguir caminando ignorando el dolor de nuestros hermanos”.
Luego, sobre los encuentros con algunas víctimas de abuso sexual, de poder y de conciencia, el Papa expresa su constatación sobre “cómo la falta de reconocimiento/escucha de sus historias, como también del reconocimiento/aceptación de los errores y las omisiones en todo el proceso, nos impiden hacer camino. Un reconocimiento que quiere ser más que una expresión de buena voluntad hacia las víctimas, más bien quiere ser una nueva forma de pararnos frente a la vida, frente a los demás y frente a Dios”.
Por otro lado, Francisco comparte su alegría y esperanza al confirmar en el diálogo con las víctimas “su reconocimiento de personas a las que me gusta llamar “santos de la puerta de al lado”. Seríamos injustos si al lado de nuestro dolor y nuestra vergüenza por estas estructuras de abuso y encubrimiento que tanto se han perpetuado y tanto mal han hecho, no reconociéramos a muchos fieles laicos, consagrados, consagradas, sacerdotes, obispos que han dado la vida por amor en las zonas más recónditas de la querida tierra chilena.
Fuente: Prensa CECh
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