Muchas personas se congregaron tanto en el velorio que se efectuó en la Capilla San José como en la Parroquia San Pío X donde se realizó la misa de funeral del Diácono Rubén Moraga Toro para expresar la amistad y cariño a su señora y familia.
El padre Cristian Sapiains en su homilía comentó sobre la vocación del diácono Rubén Moraga y cómo desempeñó esta vocación en la Iglesia, en su parroquia San Pío X y principalmente en la Capilla San José. “Junto a su familia pudo sobrellevar todo lo que le iba sucediendo. Con la fuerza espiritual de Rubén fue capaz de saltar los obstáculos que la vida le podía. Le costó ser diácono permanente. No le fue fácil poder consagrar su vida al Señor. Sin embargo, hace un mes fue ordenado como Diácono Permanente. Cumplió uno de sus sueños que era consagrar su vida al Señor a través del servicio a la Iglesia con el Diaconado Permanente”.
“Éste era el culmen de su vida porque había demostrado que era un gran padre de familia, por lo tanto, era un tremendo esposo, que amaba a su esposa, a sus hijos y a su familia y eso lo hacía un gran cristiano entregado por el todo a las cosas de Dios. Un día me dijo padre tengo una inspiración: queremos formar la Pastoral de las Comunicaciones. Él se informó, se formó y creó esta Pastoral de Comunicaciones”.
Finalizó su homilía agradeciendo al Señor por regalarnos a Rubén, “por regalarle esta hermosa familia que él construyó, las relaciones de amistad que están acá presentes, por regalarnos su compañía, su alegría de vida, él fue un gran luchador, pero un luchador alegre, optimista”.
Compartimos las palabras de despedida del Equipo de Comunicadores de la parroquia San Pío X al Diácono Permanente Rubén Moraga quien tuvo la idea de conformarlo y del que fue su líder. Muchas gracias por tu servicio de comunicador parroquial.
“La Pastoral de las Comunicaciones ha quedado sin su líder. Rubén estará ahora difundiendo el boletín celestial y desde allá nos enviará la fuerza que necesitamos para continuar sin él.
Tus compañeros de la Pastoral estamos aquí, con el corazón apretado, para darte el último adiós y decirte que nunca olvidaremos la pasión que ponías en nuestro trabajo de comunicar. Fuiste un auténtico discípulo de Cristo: apasionado por la misión. Siempre con una sonrisa, un abrazo fraterno, una palabra amable, gestos simples pero cargados de sentimientos de quien realmente se preocupa por lo demás.
Hicimos más de 30 boletines y muchos proyectos quedaron en carpeta. Nos harás mucha falta, Rubén, pero continuaremos firme en la misión y no te defraudaremos.
Descansa en paz, amigo, compañero, hermano y recibe la corona de la justicia que el Señor te concede ahora”.
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