Queridos amigos:
Frente a la situación que vive el país juzgamos, como Comisión de Pastoral Familiar Diocesana, que es urgente y necesario acompañarnos en este tiempo en que el miedo, el dolor y la incertidumbre golpean nuestra puerta.
Quizás pensarán que la invitación que hacemos es fuera de toda lógica, frente al llamado urgente de aislamiento social. Pero sabemos, por innumerables testimonios, que la comunicación virtual, ha sido un salvavidas para muchos, ha liberado de tristezas, ha quitado los miedos y ha infundido alegría y esperanza.
Estos sentimientos de miedo e incertidumbre son una reacción natural y espontánea frente a una experiencia dolorosa. Algunas personas los viven con más naturalidad y facilidad, otras los viven en silencio.
El drenar o mejor dicho compartir los sentimientos, tiene un efecto benéfico, de liberación. Relaja, desahoga, produce descanso y tranquilidad de espíritu, repara, restablece orden y equilibrio. Esto permite vivir el presente turbulento más serenamente.
Acompañar a quien está sufriendo significa escucharlo con el corazón, es responder con el silencio más que hacer grandes discursos o dar soluciones. Para que nuestro interlocutor se sienta escuchado, debemos hacerlo sentir que comprendemos y compartimos sus sentimientos. Esta empatía, producirá en él un efecto liberador y una descarga de su miedo y ansiedad.
Hay centros, tanto en Chile como a nivel mundial, dedicados a apoyar vía virtual (telefonía, WhatsApp, u otras) a personas sufrientes y que han comprobado que una comunicación, aunque sea a distancia, si es bien guiada, puede tener un gran poder sanador, porque a través de ella es posible comunicar cercanía y afecto.
La escucha en medio del dolor implica comunión, permite romper la burbuja dentro de la cual, en ocasiones, nos escondemos o aislamos. La escucha auténtica, recoge la fragilidad, mata la soledad, sostiene en la debilidad y alegra el corazón.
Un abrazo virtual a través de la escucha, puede ser una experiencia intensa, que trasciende y da vida.
Los invitamos a regalar gratuidad en la compañía, en la familia, con sus vecinos, y especialmente con los ancianos y enfermos que se encuentren solos y a los que podemos acercarnos virtualmente.
“El amor, comunicado entrañablemente con todo nuestro ser, más que con la razón, será el camino más apropiado para acompañar a través de la escucha a quien vive momentos de miedo y desesperanza”.
Un abrazo fraterno.
Comisión de Pastoral Familiar
Diócesis Valparaíso
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