Se realizó décimo octavo Te Deum Ecuménico en Catedral de Valparaíso

Mons. Jorge Patricio Vega Velasco svd, Obispo de la Diócesis de Valparaíso presidió el décimo octavo Te Deum Ecuménico que se realizó en la Iglesia Catedral de Valparaíso con un aforo reducido y que fue seguido a través de las redes sociales del Obispado de Valparaíso, radio Stella Maris, UCV Televisión y G5Noticias.

 

En el Te Deum Ecuménico estuvieron presente el Delegado Presidencial Jorge Martínez Durán, autoridades civiles, militares, policiales, de organizaciones sociales. También asistieron pastores, pastoras y representantes de diversas Iglesias y Comunidades Cristianas hermanas.

 

En su homilía, el obispo Vega, reflexionó sobre la paz y señaló que ante los tiempos difíciles que hemos vivido aflora en nuestro corazón aquel saludo de Jesús: “La paz esté con ustedes”. “Con este saludo Jesús se presenta resucitado y triunfante ante sus discípulos que se encontraban encerrados en un cuarto llenos de miedo. El verlo resucitado, la venida del Espíritu Santo, y la confianza que les entregó el saludo de Jesús, le permitió a este grupo de discípulos, perder el miedo y abrir las puertas del cuarto donde se encontraban para salir a anunciar a todos que el Mesías que todos esperaban, había venido y no era otro que el mismo Jesús que las autoridades habían tomado preso, torturado y crucificado”.

 

“Han pasado varios siglos desde el tiempo de Jesús y la situación actual mantiene algunas características similares a las descritas por el Evangelio. Debido a la experiencia vivida en estos meses de Pandemia, todavía persiste entre muchos de nosotros el miedo, la incertidumbre y la rabia”.

 

Ante las diversas situaciones que nos causan miedo, incertidumbre y rabia, vuelven a resonar las palabras de Jesús al pequeño grupo de discípulos: “La paz esté con ustedes”. “Pero la paz, el Shalom que entregó Jesús al grupo de los doce y que nos entrega hoy a nosotros, comporta todo lo necesario para vivir en armonía. Es una paz que disipa todos los miedos, las incertidumbres y las rabias” señaló Mons. Vega.

 

Además, agregó que con “la paz que proviene de Cristo, es posible enfrentar, desde una perspectiva diferente, los distintos desafíos que van surgiendo en el caminar.  Aceptando la paz de Cristo es posible transformar el entorno sin herir ni destruir a nadie, ni a nada. Aceptando la paz de Cristo es posible dialogar con los otros a partir de lo que nos une y no de lo que nos divide”.

 

Recordó los diversos signos de paz que hemos visto en este tiempo de pandemia en nuestro país tanto por funcionarios de la salud, los funcionarios gubernamentales, los funcionarios municipales y el profesorado a lo largo del país. “Signo de paz es el servicio que las fuerzas armadas y policías han prestado en el cuidado y protección de la población, en estos tiempos de pandemia. Signo de paz es el sacrificio que, en estos tiempos de pandemia, han realizado tantos empresarios, ya sea en las pequeñas, medianas o grandes empresas, para mantener las fuentes labores de sus colaboradores. Signo de paz son las diferentes iniciativas solidarias que han surgido en medio de nuestras poblaciones. Me refiero a las ollas comunes, las bolsas de empleo, el acompañamiento de adultos mayores y personas solas”.

 

También mencionó la cercanía que los creyentes han tenido hacia el sufrimiento de las personas en esta pandemia. “Todas las confesiones religiosas aquí presentes, hemos buscado formas de responder a las necesidades de una ciudadanía desconcertada por no sentir la cercanía pronta del Estado. Muchas iglesias y confesiones religiosas nos hemos esforzado para cumplir con nuestra vocación de servicio al Evangelio y al Pueblo de Dios. Especialmente, en la realización de actividades solidarias; en el acompañamiento de enfermos y adultos mayores; y en cientos de ritos fúnebres donde se sigue acompañando a familias afectadas por la pérdida de algún ser querido”.

 

Junto con mirar nuestro pasado, a su vez, tuvo palabras para hablar sobre el futuro y los sueños que tenemos como país: soñamos con el fin de la pandemia, con tener una Carta Magna que nos permita caminar en paz y justicia por muchos años más. “Otro gran sueño, es que podamos entregar a nuestras futuras generaciones una tierra tan bella como la que recibimos, en la cual las montañas sigan cubiertas de nieve, los ríos cristalinos continúen bañando los valle donde cultivamos nuestros alimentos y pasta nuestro ganado. Soñamos entregar a nuestros herederos un mar libre de toda contaminación”.

 

Finalizó su homilía, con un último sueño: “En fin, soñamos que no se esconda a Dios, que por experiencia sabemos cómo acompaña cada acontecimiento nacional. Soñamos que Dios pueda continuar ocupando un lugar relevante en nuestra historia, entregándonos esa Paz que proviene de él, y así cada habitante de esta bendita tierra tenga la oportunidad de acogerlo en su corazón”.

 

En el Te Deum se hizo oración por la Patria, sus habitantes, autoridades; por aquellos que han perdido la vida a causa de la pandemia, por el personal de la salud, y por todos aquellos que han cumplido un rol fundamental en este tiempo de pandemia; por los Pueblos Originarios, los Emigrantes, refugiados y sin hogar, por la concordia y la paz en nuestra patria, por los niños/as y jóvenes, por los Adultos Mayores, por los universitarios, el mundo de la investigación, la tecnología, por el mundo laboral y cesantes; y, por Afganistán.

 

 

Visto 36 veces,  1 vistas hoy