Tres Nuevos Diáconos Permanentes para la Iglesia de Valparaíso

Con mucha alegría y emoción se vivió la ceremonia en la que fueron ordenados tres Diáconos Permanentes en la Iglesia Catedral de Valparaíso por don Jorge Patricio Vega Velasco svd., Obispo de Valparaíso. Estuvieron presentes sus familias, comunidades parroquiales, sacerdotes, diáconos permanentes, estudiantes de la Escuela Diaconal Felipe Diácono, seminaristas de acuerdo con el aforo correspondiente al paso 3 en que está la comuna de Valparaíso.

 

Los nuevos diáconos permanentes son Roberto Eugenio Prado Fiedler de la Parroquia San Benito, Chorrillo; Luis Roberto Sepúlveda Zamudio de la Parroquia San Martín de Tours, Quillota; y Miguel Antonio Utreras Henríquez de la Parroquia Medalla Milagrosa, Playa Ancha y de la Pastoral Penitenciaria.

 

En su homilía, Mons. Jorge Patricio Vega Velasco svd., Obispo de Valparaíso, reflexionó sobre el servicio del Diaconado Permanente y cómo cada uno de nosotros está viviendo la dimensión diaconal, esa dimensión de servicio propia de nuestra vocación de ser discípulos misioneros de Cristo.

 

"El magisterio eclesial nos ha enseñado que el diácono ha sido llamado a cumplir una triple función: primero ayudar al Obispo y su presbiterio en el anuncio de la Palabra, segundo estar al servicio del altar y tercero ser ministro de la caridad". Al profundizar cada una de estas funciones el Obispo Vega señaló que, en la primera función, el diácono tiene la tarea de exhortar a los fieles como a los no creyentes y formarlos en la doctrina evangélica, deben presidir las oraciones, las celebraciones de bautismo, asisten y bendicen matrimonios, llevan el viático a los moribundos y presiden los ritos exequiales.

 

En su tarea al servicio del altar, "está al servicio de la celebración de la Eucaristía, proclamando el Evangelio, preparando la mesa del sacrificio y repartiendo a los fieles el cuerpo y sangre del Señor. El ministerio de caridad en cambio, al ejercerlo en nombre del obispo y del párroco, lo llevan al encuentro de los más pobres, de los desamparados, de los inmigrantes, de quienes están sufriendo tanto en el alma como en el cuerpo. El servicio diaconal supone una gran sensibilidad ante la carencia y creatividad para servir adecuadamente".

 

En su homilía también se dirigió especialmente a los nuevos diáconos permanentes Miguel, Roberto y Luis para pedirles dos cosas. "Primero, que, al ejercer este ministerio, constantemente vuelvan la mirada al pasaje del Evangelio que acabamos de escuchar (Mateo 20, 20-28). Si vivimos en un mundo donde todos están buscando maneras de dominar a los otros y estar sobre los otros, vuestro servicio diaconal deberá estar al servicio de los otros y para los otros. Debe ser un servicio que permita actuar a la caridad allí donde la justicia no llega. Segundo, les pido que sean hombres de Dios, hombres de profunda e intensa vida de oración, hombres donde la Palabra de Dios esté siempre presente en sus vidas. Estoy consciente que el ministerio que se les está confiando podrán tener momentos de dificultad y soledad. Es en ese momento cuando con mayor razón deben mantenerse firmes y perseverantes en la oración; pero también, es en estos momentos donde deben tener en cuenta que juntos con ustedes hay una comunidad eclesial, una comunidad diaconal. Pero, sobre todo, detrás de cada uno de ustedes hay una familia que así como lo ha sido en estos años de formación seguirán siendo un gran apoyo en el servicio diaconal".

 

Al finalizar la Eucaristía, se informó que el Diácono Permanente Leonardo Ruz será el nuevo Director de la Casa de Formación Felipe Diácono quien asumirá al inicio del año académico. Se agradeció al director saliente, diácono Luis Basso. Luego de ello, María Leonarda Joo Sepúlveda agradeció a nombre de las esposas y el Neo diácono Miguel Utreras Henríquez agradeció a nombre de los ordenados.

 

Los Diáconos Permanentes son un don de Dios para su Iglesia, porque ellos son, hombres casados que dentro del sacramento del matrimonio han escuchado el llamado de Dios, mediante el discernimiento de la Iglesia, para consagrarse al servicio de Dios y de sus hermanos en el servicio de la Palabra, de la liturgia y de la caridad a imagen de Jesucristo Siervo de Dios.

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