El Pbro. Diego González, párroco de la parroquia Sagrado Corazón de Jesús, de Miraflores Alto, Viña del mar, nos relata en primera persona su testimonio en esta catástrofe.
“Nosotros en la parroquia tenemos un sector que se ha visto siniestrado en este mega incendio, el sector de Las Pataguas, tenemos una capilla, Francisco Palau, que por gracia de Dios no se quemó, pero el fuego estuvo muy cerca. Estuvo muy cerca además de varios feligreses y de amigos de la comunidad, pero tristemente vimos como campamentos y lugares formalmente establecidos están en ruinas”, comenzó diciendo.
“El viernes en la tarde estábamos en Las Pataguas porque celebramos Misa todos los viernes ahí con la comunidad, veíamos el incendio y las llamas a lo lejos, en el cerro. Entramos a celebrar la Misa, pedimos por las personas que estaban trabajando en los incendios y a la salida, 45 minutos después, ya el fuego estaba muy cerca y empezamos a ver como la gente arrancaba de las tomas del Monte Sinaí, de Naciones Unidas, entonces ahí comprendimos que el fuego venía bajando hacia el sector de Las Pataguas. Y es muy triste porque es una escena de total fragilidad. Tú veías a la gente con sus mochilas, con sus bolsos, corriendo porque los autos tampoco podían subir porque había un taco gigante. Fue una tragedia en fracción de minutos”, narró el sacerdote.
El párroco se refirió también a cómo la catástrofe golpeó a su comunidad: “A través del Consejo Parroquial hemos ido haciendo un catastro de las personas que han perdido bienes materiales y en eso tenemos 15 familias que están vinculadas a la parroquia que colaboran, que asisten, que perdieron sus viviendas. Hay muchísimos familiares y amigos de feligreses nuestros que han perdido sus enseres, pero lo más terrible y lo más triste es que tenemos personas de nuestra comunidad parroquial que han perdido la vida. Estoy pensando particularmente en una joven de la Pastoral juvenil del Liceo nuestro que está al lado de la parroquia, que perdió la vida junto a parte de su familia. Y así tantas historias que te vas enterando de familiares y amigos”.
Además, el sacerdote reflexionó: “Hay pérdidas de vidas, que es muy doloroso, de bienes, pero así y todo la gente no pierde la fe. El domingo celebramos la Misa y era impresionante ver como gente que había sido damnificada vino a Misa, entonces te conmovía verlos porque teniendo razones para perder la esperanza estaban ahí pidiéndole a Dios que les fortaleciera la fe, entonces era muy conmovedora esa escena.
Uno como cura le habla de la fe a la gente porque es parte de lo que creemos y de lo que amamos. Cuando fuimos a visitar la Capilla Jesús Sacramentado en Villa Independencia, que es un lugar profundamente siniestrado, nos recibió una familia que tenía las llaves de la Capilla y ellos sabiendo de la fragilidad y vulnerabilidad nos decían “nosotros seguimos confiando, nosotros seguimos creyendo, nosotros seguimos firmemente esperanzados en que el Señor nos levanta, nos restablece, nos conforta”. Y creo que eso es una lección de vida para todos porque no es la primera tragedia que viven las familias, todas las familias en nuestras vidas tenemos dolores, enfermedades, muertes, separaciones, divisiones, peleas, mucho dolor, y esto se suma, el incendio es un dolor más a las familias particularmente del sector, pero así y todo, la fuerza, el tesón, las garras son una inspiración divina. Mirar a la gente, escucharlos, ya es una gran lección de fe de que el Señor está con ellos y los anima”.
Finalmente, el presbítero invitó a colaborar con el centro de acopio en su parroquia. Necesitan agua, alimentos no perecibles, elementos de aseo personal, pañales de niños y adultos, y leche en polvo. También, mercadería para poder ayudar a las ollas comunes que hay en los terrenos.
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