El P. Sergio Herrera, Administrador parroquial de la comunidad Asunción de María, en el sector de Achupallas, Viña del Mar, nos relata en primera persona cómo vivió la catástrofe provocada por los incendios forestales en la diócesis de Valparaíso.
“Uno de los sectores más damnificados, más afectados por este mega incendio que ha vivido Viña del Mar y gran parte de nuestra región de Valparaíso es Villa Independencia, lugar donde existe una comunidad católica perteneciente a nuestra parroquia. La Capilla Jesús Sacramentado que ha sido devastada por las llamas, pero también la mayoría de los hogares de nuestros hermanos de la comunidad católica de esa capilla. Hace unos días fuimos con Monseñor Jorge Vega a visitar a las familias de la comunidad, pudimos mirar la capilla destruida y recuperar los Vasos Sagrados y algunas cosas pequeñas que se vieron afectadas. Además, hay varios hermanos de la comunidad que perdieron la vida en el incendio, a ellos nuestra oración y solidaridad con sus familias a quienes estamos acompañando y apoyando en estos momentos de dolor”, comenzó.
“Ese día venía en camino de Quilpué y ví por el Troncal Sur que había mucho humo, entonces busqué en internet y leí que había un incendio en Peñuelas, entonces uno dice “bueno, pero es lejos”. Y bueno, ya en la tarde con el calor que hizo y el fuerte viento que hubo celebramos la Misa en la sede parroquial, estábamos celebrando la Fiesta de la Candelaria con distintas comunidades que nos congregamos allí cuando estaba ocurriendo el momento más complejo del incendio y frente a la emergencia que era evidente que avanzaba hacia el sector parroquial, celebramos la Misa más breve para que la gente pudiese acercarse a ver a su familia. Terminamos de celebrar la Misa y fuimos siendo testigos de lo que estaba pasando. Yo me quedé en el templo, en la iglesia parroquial el viernes por la noche, y desde las 22:00 o 23:00 horas de la noche empezaron a llegar personas de distintos sectores afectados que iban pasando por fuera de la parroquia y preguntaban si podían alojarse en nuestros salones, así que les abrimos las puertas. Alojamos a una decena de personas en el salón, pasaron la noche allí, muy afectados, desorientados, con mucho dolor, incomunicados con sus familias (que fue uno de los grandes problemas frente a esto). Tener que huir de las casas, muchas veces cada uno por su lado, y luego no tener la certeza de si los seres queridos están con vida o no, si están a salvo o no”.
“Dentro de nuestro territorio parroquial tuvimos tres sectores que se vieron afectados, pero el más impactante es el de Villa Independencia donde la mayoría de las personas del barrio y miembros de nuestra comunidad de Jesús Sacramentado perdieron sus hogares, perdieron todo. Estar ahí ha sido desolador. Uno que conoce el barrio, que ubica, que tiene una imagen del lugar, llegar ahora ahí es algo totalmente desolador. Es como si hubiese caído una bomba, es como una imagen de guerra. Ha sido muy complejo, muy duro, la gente ha tenido que refugiarse en otras comunas, con familiares, con amigos”.
“Estuvimos con el Sr. Obispo visitando la comunidad y pudimos visitar algunas familias cercanas que aún permanecen ahí. Una familia que particularmente no se vio afectada, no perdió su casa, y con ellos visitamos la Capilla Jesús Sacramentado que perdimos en su totalidad. Entonces estuvimos allí, tuvimos un momento de oración con ellos, y acompañándolos en este dolor. Para la comunidad esta situación es más dolorosa aún porque perdimos personas cercanas y queridas. Pienso en la señora Berta, que era sacristana de la capilla y que ella falleció por causa del incendio junto a su papá al no poder evacuar ágilmente ni a tiempo”.
El sacerdote explicó, además, las maneras de ayudar que están organizando: “Nosotros estamos impulsando dos formas de ayudar. Una es con el centro de acopio, en el que necesitamos agua, leche, alimentos no perecibles, útiles de aseo, pañales y ropa interior nueva. Todo eso estaremos recibiendo durante estos días en nuestra sede parroquial, todos los días entre las 10:00 de la mañana y las 13:00 horas, y en la tarde, de 16:00 a 18:00 horas. Y la segunda manera de ayudar es donando un aporte económico a través de las plataformas que la parroquia ha dispuesto: dona.asunciondemaria.cl”
Finalmente, el presbítero hizo un llamado a no perder la esperanza, aún en momentos desoladores como el que estamos viviendo: “Las lecturas de la Misa del domingo, sin haber sido acomodadas, estaban puestas ahí como una luz de esperanza frente a lo que estamos viviendo. Uno de los mensajes que nos dejaba el Salmo y el Evangelio es como a veces humanamente nos enfrentamos al dolor, a la angustia, a la desolación, pero como cristianos estamos llamados también a no quedarnos en esa desolación, en ese dolor, que, por supuesto viene, es una experiencia humana que tenemos que atravesar. Pero también, ser capaces de dar ese segundo paso de conservar la esperanza en el Señor, de seguir alabándolo en el dolor, en la dificultad, de seguir dando gracias porque a pesar de lo que nos toca sufrir siempre hay un motivo para estar agradecidos con el Señor. Porque tal vez pudimos haber perdido nuestros hogares, nuestras posesiones materiales, pero tenemos la gracia de estar junto a nuestras familias, de gozar de la compañía, del apoyo y de la fuerza de las personas que amamos nos ofrecen. Así como esta experiencia nos ha tocado el corazón, nos ha tocado lo más profundo de nuestro ser, en el dolor, en la angustia, que sea el Señor nuestra fortaleza y el que nos toque para levantarnos. En Job, la primera pregunta era “¿cuándo me levantaré? Y luego el Evangelio nos mostraba a Jesús sanando a la suegra de Pedro y levantándola, animándola, dándole este impulso al servicio. Frente a la pregunta ¿cuándo me levantaré de todo esto que me tocó vivir?, que sea el Señor quien nos toque para levantarnos y darnos esa nueva esperanza”.
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