Reflexión Evangelio

Domingo 09 de junio, décimo domingo del tiempo ordinario

DOMINGO 10 ORDINARIO CICLO B.

¿QUIÉN ES MI MADRE Y QUIÉNES SON MIS HERMANOS?

Por: P. Ramón Tapia, Diócesis de Valparaíso.

Hoy en el evangelio vemos un momento donde mucha gente se junta con Jesús que ni siquiera podía comer. Está casi desbordado por la multitud. Pero a la vez, encuentra la oposición de sus parientes que creen que está exaltado y los escribas que atribuyen todas las acciones sobrenaturales a que está poseído por el  demonio. Jesús es signo de contradicción: lo aclaman y lo rechazan.

Al final del evangelio se presentan su madre y sus parientes ( hermanos) que lo buscan . Jesús dirá: Estos son mi madre y mis hermanos: Porque el que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.

Hermanos nosotros somos llamados por Jesús para ser sus íntimos, sus familiares, sus cercanos y Él nos dice que para entrar en esa comunión  amistosa con Jesús es necesario hacer la voluntad de Dios.

Empecemos por ver lo contrario: cuando no hacemos la voluntad del Padre.

No hacemos la voluntad de Dios cuando caemos en las tentaciones del demonio como lo vemos en la primera lectura que nos recuerda el pecado de nuestros primeros padres. Ellos no hicieron la voluntad de Dios que les decía que del árbol de la vida no comieran y ellos hicieron caso a la serpiente que les decía que podían hacer lo que quisieran. Caemos en el pecado porque el demonio nos hace ver que lo malo no es tan malo, que se puede hacer y va ablandándonos la conciencia para que caigamos.

No hacemos la voluntad de Dios cuando nos dejamos llevar por el mundo, por la sociedad en que vivimos que nos va empujando con sus costumbres, sus ideas, sus malos ejemplos. El mundo nos dice si todos lo hacen, tú también puedes hacerlo. Estamos en otra época nos dice el mundo y ahora se puede hacer todo lo que uno quiere. Hay libros, películas, programas, ideas políticas que van contra el amor de Dios, contra la humildad, la fe, la esperanza, la vida de oración, la vida de los sacramentos.

No hacemos la voluntad de Dios cuando queremos hacer mi voluntad. Que las cosas se hagan como yo quiero en mi casa, en mi comunidad, en la Iglesia. Y si no se hacen como yo quiero, me enojo, no participo, me excluyo. Aceptamos a los demás si hacen o piensan como yo.

Hacer la voluntad del Padre en cambio es seguir su Palabra, sus mandamientos, seguir las inspiraciones del Espíritu Santo, el discernimiento de la Iglesia.

Para hacer la voluntad de Dios es necesario orar cada día para que la conciencia no se me nuble, no se ofusque sino que me mantenga despierto, atento a lo que Dios me dice. El Papa Pablo VI decía que el mundo actual nos lleva a confundir el bien con el mal.

El Papa Francisco nos dice en su carta sobre la santidad :166. ¿Cómo saber si algo viene del Espíritu Santo o si su origen está en el espíritu del mundo o en el espíritu del diablo? La única forma es el discernimiento, que no supone solamente una buena capacidad de razonar o un sentido común, es también un don que hay que pedir. Si lo pedimos confiadamente al Espíritu Santo, y al mismo tiempo nos esforzamos por desarrollarlo con la oración, la reflexión, la lectura y el buen consejo, seguramente podremos crecer en esta capacidad espiritual.

Una necesidad imperiosa

167. Hoy día, el hábito del discernimiento se ha vuelto particularmente necesario. Porque la vida actual ofrece enormes posibilidades de acción y de distracción, y el mundo las presenta como si fueran todas válidas y buenas.

Madre nuestra, tú que siempre hiciste la Voluntad de Dios ayúdanos a vencer nuestras resistencias para que con docilidad vivamos la Voluntad de Dios que es lo mejor para nosotros. Amén.

DÉCIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

(Año par. Ciclo B)

Por: P. Julio Gonzalez  C., Pastoral de Espiritualidad Carmelitana.

Lecturas bíblicas:

Abrimos nuestra Biblia y buscamos estas lecturas del próximo Domingo:

a.- Gn.3,9-15: Establezco hostilidades entre tu estirpe y la de la mujer.

b.- 2Cor. 4,13-5,1; Creí, por eso hablé.

c.- Mc.3,20-35: Sus parientes le buscan; calumnia de los escribas y verdadero parentesco de Jesús.

Este pasaje evangélico posee tres secciones: los parientes buscan a Jesús (vv. 20-21); las calumnias de los escribas que bajaron de Jerusalén (vv. 22-30); y el verdadero parentesco de Jesús (vv. 31-35). En la primera sección las gentes buscan milagros del joven rabino de Nazaret, sus propios discípulos, están aprendiendo a conocerle. Pero son sus parientes más cercanos que vienen a por ÉL, porque, dicen, está fuera de sus cabales, fuera de su conducta habitual, loco quizás, lo que no deja de ser humillante para ellos (cfr. Jn. 7, 5). Segundo momento. Una delegación de escribas viene de Jerusalén, con un prejuicio a interrogar a Jesús, está poseído por Satanás, lo cual Jesús rechaza desde el principio.  El argumento de Jesús es afirmar que las fuerzas demoníacas están divididas, luchan contra ellas mismas. El hombre fuerte, el propio Jesús, es capaz de atar a Belzebúl, es porque vence al enemigo, el príncipe de los demonios. Si compara a Satán con un reino, una casa, es porque Jesús está edificando el reino de Dios, más fuerte. Enseguida establece, que todos los pecados de los hombres serán perdonados, menos, los pecados contra el Espíritu Santo. ¿En qué consiste este pecado? Oponerse conscientemente a la misma verdad. Es atribuir al demonio, lo que realmente es obra del Espíritu Santo; no admitir la luz de la gracia divina y el perdón que le sigue al que acoge el Reino de Dios. Esta ceguera, excluye de la salvación, a quien no reconoce los signos del Reino, manifestado en la persona y obras de Jesús de Nazaret. Mientras no se salga de él, no hay perdón divino. En la tercera sección, su familia, su madre y sus hermanos buscan a Jesús, que se encuentra entre gente sentada a su alrededor escuchándole. Una vez avisado que le preguntan, declara que los que están sentados ahí son su madre y hermanos, pero inmediatamente agrega, quienes cumplen la voluntad de Dios, esos son sus familiares más íntimos; su hermano, hermana, madre (v.35). El evangelio es el verdadero vínculo de unión y la fe engendra esa nueva familia creada por Jesús, no vinculado a la sangre ni a la raza o nación. En esa Iglesia de judíos y gentiles presagiada por este no habrá privilegio para ningún pueblo, todos convocados por el amor no hace penetrar en el misterio de la persona de Jesucristo.

Lectura mística. S. Teresa de Jesús, al comenzar su Comentario al Padre nuestro nos invita a dejarnos guiar por el Espíritu para ser buenos orantes. 

“Buen Padre os tenéis, que os da el buen Jesús. No se conozca aquí otro padre para tratar de él. Y procurad, hijas mías, ser tales que merezcáis regalaros con El, y echaros en sus brazos. Ya sabéis que no os echará de sí, si sois buenas hijas. Pues ¿quién no procurará no perder tal Padre?… que por disparatado que ande el pensamiento, entre tal Hijo y tal Padre forzado ha de estar el Espíritu Santo, que enamore vuestra voluntad y os la ate grandísimo amor, ya que no baste para esto tan gran interés.” (Camino de perfección 27,6-7).

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