Domingo 7 de julio, Domingo Décimo Cuarto del Tiempo Ordinario
Evangelio Mc 6, 1-6
Por: Pbro. Ramón Tapia, Diócesis de Valparaíso.
DOMINGO 14 ciclo B. San Marcos 6,1-6
“Se quedó asombrado de su falta de fe”
Muchas veces escuchamos decir: mi esposo es muy bueno, en esto y en esto otro PERO, y después del pero viene una cantidad larga de defectos. También lo decimos del jefe, de las autoridades, del presidente de nuestra junta de vecinos o de otras personas. Es una mirada sin fe. También nos pasa cuando llega alguien nuevo a la comunidad, lo etiquetamos dice el papa.
A los parientes y vecinos, Jesús les cambió la imagen de Dios. ¿Será éste el Mesías? No. ¿Será el verdadero Dios? No, si a él lo conocemos, si es nuestro vecino, lo conocemos de toda la vida. Se resisten a creer que Jesús tenga algo especial. Lo rutinario nos pone ciegos. La presencia del Señor está, necesitamos descubrirla.
La verdad es que no conocemos a las personas de verdad. Las conocemos superficialmente. No captamos el misterio de Dios que lleva cada persona. Ni siquiera la sicología que pretendió conocer todo sobre la persona humana llega a lo profundo, se queda en las actitudes o comportamientos. También los seres humanos han buscado explicaciones de sí mismo en los astros y la naturaleza, pero el misterio de cada uno sigue. Cuando uno vive en comunidad empieza a conocer a los demás y conocerse a sí mismo.
San Pablo hoy nos dice algo sorprendente: Dios nos acepta débiles, en nuestra debilidad Él nos busca y nos llama. Nosotros muchas veces queremos ser perfectos, no fallar en nada y andamos como apretados, sin autenticidad. San Pablo dice que le pidió tres veces al Señor que lo librara de su debilidad y el Señor le respondió: mi gracia te basta, porque en tu debilidad se muestra la fuerza del Señor. ¿Cómo se nota que no aceptamos nuestra debilidad? Cuando nos enojamos con nuestros defectos o con nuestras limitaciones. No nos soportamos ser de barro, ser débiles. El o la perfeccionista es un o una neurótica porque está centrado en sí mismo y no en el Señor.
“A las gentes de Nazaret les pasó lo que a tantos: que lo de Jesús estaba bien, y había que reconocer su doctrina y sus señales. Pero ¿cómo aceptar su mesianismo si era un hombre como los demás? ¿Qué títulos tenía? ¿Qué escuela de rabinos o qué instituto de pastoral había frecuentado? Escandaliza que Dios se encarne en Jesús -¡un hombre de pueblo!- como escandaliza que Jesús se encarne en una Iglesia que, por humana, ha de ser pecadora.
Esconde Dios su infinitud y oscurece su divinidad, y el hombre, en lugar de exultar (“¿hubo algún pueblo que tuviera sus dioses tan cercanos como lo estuvo nuestro Dios de nosotros?”), rechaza la realidad mesiánica porque es un vecino del pueblo cuya profesión y familia todos conocemos “Miguel Flamarique
Hoy también ustedes y yo nos escandalizamos cuando tropezamos con los profetas en nuestra vida. Cuando estaba en la Parroquia la Matriz un curadito me decía: padre conviértase, padre no sea hipócrita; al principio yo me reía pero, después reaccioné y vi que era mi profeta, me decía la verdad. Un niño hacía de profeta a su papá diciéndole: No comas comida chatarra y a su mamá: no fumes. Dicen que los borrachitos y los niños nos dicen la verdad, nos hacen de profeta pero, también ustedes y yo podemos no hacerles caso.
Los creyentes de hoy, (y quién no está algo tocado de increencia) necesitamos superar lo que la precariedad humana de la Iglesia pueda suponer de obstáculo para reconocer su misión. El verdadero conocimiento de la Iglesia no termina con decir “Iglesia, comunidad de pecadores”, pero lo presupone. Don de Dios es que el hombre sea humilde para descubrir en ella a la dadora de los tesoros de Cristo.
Señor dame la humildad para escuchar a tus profetas de hoy que me predican tu Palabra. Que no me fije en su dimensión humana sino que te escuche a Ti en ellos. Amén.
Por: P. Julio González C., Pastoral de Espiritualidad Carmelitana.
DECIMO CUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (Año par. Ciclo B)
Lecturas bíblicas:
Abrimos nuestra Biblia y buscamos estas lecturas del próximo Domingo:
a.- Ez. 2,2-5: Son un pueblo rebelde y sabrán que hubo un profeta en medio de ellos.
b.- 2Cor. 12,7-10: Presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo.
c.- Mc.6,1-6: Visita a Nazaret. Y se maravilló de su falta de fe.
– “Salió de allí y vino a su patria, y sus discípulos le siguen. Cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la sinagoga” (Mc. 6,1ss).
El evangelio nos presenta la visita de Jesús a Nazaret su pueblo; estamos en el comienzo de su misión profética en la sinagoga de su ciudad. Esta será la única visita que registra el evangelio. Regresa como rabí reconocido, acompañado de sus discípulos, va a la sinagoga como buen judío el sábado. El jefe de la sinagoga confía a Jesús, el comentario de la Torá, para conocer su doctrina como conocido maestro. Su discurso debió ser muy original, ya que suscitó preguntas, cinco, en concreto, algunas se podían responder, otras quedan en suspenso (vv.2-3). ¿De dónde le venía todo ese conocimiento, esa sabiduría? No había asistido a la escuela en Nazaret, porque en el pueblo no había, tampoco había asistido a Jerusalén con los grandes maestros de la Ley. La sabiduría, es un don de Dios, que lleva al que la posee a palpar la verdad de las cosas en su toda su pureza. Es saborear y gustar de la verdad, que alcanza a toda la persona, inteligencia y corazón. Los milagros que son mencionados, realizados en Cafarnaúm, aumentan el misterio sobre la persona de Jesús entre los oyentes. Los otros interrogantes (v.3), se refieren a lo que las gentes de Nazaret saben acerca de Jesús: que era carpintero, conocen a su María, su Madre, y a otros familiares. Su conocimiento de Jesús les impide tener ahora una experiencia de Jesús, no les permite preguntarse más a fondo acerca de su compatriota. Se produce un curioso cambio en la audiencia, puesto que se pasa de la admiración por su saber, a la desconfianza manifiesta en la falta de fe en sus palabras y en su Persona (vv. 4-6). La cerrazón no los dispone a acoger la novedad del evangelio; lo acogieron como a uno más que está siendo importante, luego de un período de ausencia. Nada más.
– El dicho de Jesús. “Un profeta sólo en su patria, entre sus parientes y en su casa carece de prestigio” (Mc. 6, 4).
Estas palabras confirman que los que están más cerca de una persona, no están dispuestos a cambiar de opinión, prisioneros quizá de sus conocimientos. Faltaba lo fundamental, la fe en Jesús, lo que no daba espacio al milagro. De ahí que limite sus acciones a imponer las manos a algunos enfermos (v.5). Podemos decir que fue un mal comienzo para Jesús, pero aprendió la lección respecto a las dificultades que encontrará más adelante en su predicación. Desde nuestra condición de bautizados participamos de la función profética de Cristo, fuente de donde dimana todo el profetismo en la Iglesia de Dios. Anuncio y testimonio de Cristo y del Evangelio, es labor de todo creyente bautizado. El profetismo cristiano, requiere un esfuerzo serio debido a la resistencia de los otros y la propia debilidad del testigo y profeta. Hoy como ayer no son aceptados en muchos lugares del mundo los enviados por Cristo, los profetas y misioneros. Se rechaza a Jesucristo en la persona de los cristianos misioneros y profetas, su doctrina y su Iglesia. Es ahí donde se comprueba que la fortaleza del profeta viene de Dios, con lo que vemos que Cristo es más fuerte que nuestra debilidad, más audaz que nuestros temores, es luz mayor que nuestra oscuridad. Será el Espíritu Santo quien nos arme para ser auténticos profetas de nuestro tiempo y en todo lugar anunciar a Jesucristo y su perenne evangelio.
Lectura mística Doctora de la Iglesia S. Teresa de Jesús interpreta este pasaje evangélico:
La Santa Madre Teresa, mujer preocupada de su fe, busca formase en la verdad en clave bíblica y eclesial. “Y con este amor a la fe, que infunde luego Dios, que es una fe viva, fuerte, siempre procura ir conforme a lo que tiene la Iglesia, preguntando a unos y a otros, como quien tiene ya hecho asiento fuerte en estas verdades, que no la moverían cuantas revelaciones puedan imaginar, aunque viese abiertos los cielos un punto de lo que tiene la Iglesia.” (Libro de la Vida 25,12).
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