Este domingo 08 de diciembre, la Diócesis de Valparaíso dio inicio formalmente a las celebraciones de su primer centenario en el Santuario de Nuestra Señora Purísima de Lo Vásquez. Con más de un millón de peregrinos congregados, la Iglesia diocesana vivió el hito que marca el comienzo de su año jubilar en el día de la Inmaculada Concepción.
La Eucaristía central tuvo lugar a las 12:00 horas y fue presidida por Monseñor Jorge Vega Velasco svd, Obispo de la Diócesis de Valparaíso, y concelebrada por el Obispo Auxiliar, Monseñor Mario Salas Becerra, el Obispo emérito, Mons. Gonzalo Duarte, presbíteros diocesanos y de la Región Metropolitana, y diáconos de la Diócesis de Valparaíso.
En su homilía, Monseñor Jorge Vega reflexionó que “en este santuario, lleno de fe y esperanza, recordamos que nuestra peregrinación a Lo Vásquez es un signo vivo de la misión evangelizadora que hemos recibido. Por eso, al celebrar el centenario de la creación de nuestra diócesis reconocemos el camino recorrido por tantas generaciones de fieles, sacerdotes, religiosos y religiosas, diáconos y laicos que han sembrado el Evangelio en los valles centrales, las montañas y las costas de esta tierra, extendiéndose incluso a las islas Robinson Crusoe y Rapa Nui”.
Además, agregó que “el evangelio de hoy nos invita a contemplar a María como el templo que Dios preparó para recibir a su Hijo. Ella fue preservada de todo pecado, no por sus propios méritos, sino en atención a los méritos de Cristo, su Hijo. María es para nosotros el modelo perfecto de lo que la Iglesia está llamada a ser: una comunidad purificada y santa, que busca siempre agradar a Dios y anunciar su Reino”.
Asimismo, indicó que “al iniciar este tiempo de las celebraciones del primer centenario, María, Nuestra Purísima de Lo Vásquez, nos enseña a mirar con ternura, a abrazar con amor, a congregar en unidad y a sostenernos mutuamente en la fe”. Y finalizó pidiendo “que la Virgen nos anime a construir una Iglesia diocesana que sea signo de gracia, servicio y alegría. Y que esta celebración nos impulse a vivir este año con espíritu de renovación, acogiendo con generosidad la invitación de María: “Hagan lo que Él les diga” (Jn 2,5). Confiemos a nuestra Madre Purísima el camino de nuestra diócesis en este centenario, para que, con su intercesión, seamos una Iglesia viva, evangelizadora y comprometida con el Reino de Dios”.
Signos del Centenario
La Misa del hito de inicio de las celebraciones por el centenario estuvo impregnada de signos referentes al acontecimiento eclesial diocesano, tales como la entrega a los fieles de la oración creada por los monasterios de vida contemplativa para la ocasión y también se presentó una placa con el logotipo del centenario durante el ofertorio. Además, los obispos y sacerdotes se revistieron con casullas que en su diseño incluían dicho distintivo, el cual a su vez se podía observar en una gigantografía a un costado del altar.
La fe de los peregrinos
Los miles de fieles que se trasladaron a pie, en bicicleta o en vehículo durante este fin de semana, fueron movidos principalmente por la devoción y el cariño que le tienen a Nuestra Purísima de Lo Vásquez, quien cada año los recibe, escucha sus peticiones y oraciones, y los abraza con su amor maternal.
Leonardo Ruz, director de la Casa de Formación Diaconal “Felipe Diácono” de la Diócesis de Valparaíso, reflexiona sobre la experiencia del encuentro entre el peregrino y María, y sostiene que “lo que sucede en cada corazón orante y humilde de los peregrinos es tan sagrado, tan íntimo y trascendente, que nuestro pecado no nos deja siquiera auscultar, de lo que pasa en aquel corazón que después de un largo peregrinar llega a depositar sus flores, velas y lágrimas al altar de la eternidad que se fragua en esta materialidad tan mezquina que es asombrada por el querer misericordioso divino que se llama gracia.
Tanta bondad, consuelo y esperanza necesitados por miles de caminantes. Tanta bondad, consuelo y esperanza vertidos por Dios nuestro Señor a través de su madre, mamá de todos en estos días de Lo Vásquez.
Días multitudinarios, días multitudinariamente místicos atravesados por la sabiduría de Dios depositada en el corazón de los sencillos, de los sin voz, de los que buscan y encuentran, de los pequeños hijitos ateridos del frío pecaminoso de este mundo que acuden a la madre, que quieren nuevamente sentirse niños, puros, inocentes, colmados de las caricias y regaloneos de un Dios y una Madre que quizá en un tiempo perdieron de vista, pero que hoy tienen injertados en lo mas íntimo de la poquedad que es enaltecida por aquel que se hizo pobre para hacernos ricos.
Tanta humildad y sencillez para arrodillarse, para cargar al hijo pequeño y ofrecerlo a la Virgen, para pedir el perdón y dar las gracias por la cercanía de Dios…
Conmovido he sido testigo de las caricias de Dios a tantos peregrinos que sienten paz por algunos breves momentos de sus días.
Tantas cargas que, junto con las velas, depositan en el altar mariano, tantas cruces que han quedado sembradas junto a las flores a los pies de la Madre de brazos abiertos.
Es la fe, la sencilla fe del pobre, del vulnerable, del que día a día lucha por la vida.
Me imagino a Jesús en el monte de las bienaventuranzas, me lo imagino a orillas del mar de Galilea, lo veo en los poblados secos de la Judea y lo veo rodeado y lleno de gente que le suplica, le pide sanación, vida, salud y a su madre acompañando en contemplativo silencio el accionar de su Hijo…
Lo mismo pasa hoy aunque con un rol protagónico de la madre. Miles de pequeños hijos quizá con sus vasijas de barro quebradas por la rigidez y dureza de la vida, pero con un tesoro intacto: la fe que suplica y gime sanación, vida, salud…
Tocaba manos obreras, encallecidas por la rudeza de las tareas realizadas. Tocaba frentes para bendecir, y sentía la dureza de la vida en ellas. Corazones exprimidos por la vulnerabilidad. Pero con deseos, con deseos de redención, de conversión, de caminar de nuevo.
Contemplaba en silencio esas miradas hacia la imagen de María y veía la mirada de los niños cuando algo confundidos o perdidos sienten que su mamá está cerca y los arropa.
Solo queda guardar sagrado silencio para acompañar a esas sagradas vidas que son otros Cristos que acuden a su madre como Jesús lo hizo de pequeño y de adulto para sentir ese abrigo, el abrigo de Belén, el abrigo de la madre que recibe a su hijo descendido sin vida de la cruz.
El dolor de cada vida es redentor, las lágrimas vertidas por tantas causas son sanadoras, las manos alzadas en oración son camino de paz para el corazón hambriento de Dios…
Es el sencillo y secreto camino que Dios ha querido emprender en este mundo a través de la sencillez de su servidora que ha querido ser Madre par darnos a luz a todos. Gracias mami María, gracias Padre Dios, gracias”.
La presencia de la casa de Formación diaconal “Felipe Diácono” en la Fiesta de Lo Vásquez
Leonardo Ruz explicó que al comienzo de año se calendarizó esta Fiesta como parte de las actividades de la escuela de Formación Diaconal “Felipe Diácono”, lo cual – evalúa- fue sin dudas un acierto. “Para nuestra Casa de formación diaconal el venir a servir a nuestra Iglesia en el acompañamiento de los peregrinos que visitaron a su Madre Virgen en Lo Vásquez fue una aliciente para reforzar el llamado del Señor al servicio del hermano que está buscando fe, paz, amor, esperanza. Hemos sido testigos del paso del Señor por la vida de tantos de nuestro pueblo a través de la maternidad de María. Los estudiantes me decían lo profundo de la experiencia, cómo se van con el alma llena de nombres, rostros, miradas por quienes orar. Ver llegar cientos de familias, miles de hombres que puestos de rodillas ante la imagen de la Purísima, lloraban de gratitud o suplicaban sanación. Sin duda que para los estudiantes de nuestra Casa de formación fue un regalo que les hizo el Señor Jesús a través de tantos caminantes”.
Y añadió: “Qué mejor que comenzar la fiesta del Centenario de la diócesis compartiendo con nuestro obispo y pastor, con el clero de diversas diócesis, con peregrinos de muchas partes, poder sentirse ya artesanos de la misericordia, sembradores de esperanza y así decir con mayor convicción como lo hizo nuestra Madre: “sí, Señor, aquí estoy, hágase en mi según tu Palabra”. No me cabe la menor duda que para los estudiantes fue la mejor y más provechosa clase de pastoral recibida en el año”.
Positivo balance por parte de las autoridades
Como todos los años, la Fiesta de la Virgen de Lo Vásquez conllevó la organización de diferentes organismos públicos y privados, además de las Fuerzas de seguridad y orden, quienes entregaron un positivo balance este 08 de diciembre.
Fue así que el Delegado Presidencial Regional de Valparaíso, Yanino Riquelme, agradeció “a todos los servicios, a todas las instituciones que han hecho un trabajo impecable, desde que partimos con estas coordinaciones. La Subcomisaría de Carabineros está instalada desde el día miércoles y ha llegado contingente de refuerzo. También, la Defensa Civil, Samu, Conaf, Senapred, etc. Hasta el momento ha sido una jornada impecable, sin ninguna gran complejidad y todos nos hemos puesto de la Diócesis y al servicio de esta festividad religiosa”.
También, la General Patricia Vásquez, Jefa V Zona Valparaíso, señaló que “Carabineros ha desplegado un fuerte contingente, tanto desde Santiago como de la quinta región, para darle seguridad a esta importante Fiesta Religiosa. Como balance, se han realizado más de 500 controles, tanto vehiculares como de identidad, y de ellos se han arrojado 6 detenidos por diferentes causas. Llamamos a la precaución, tanto de los peregrinos que vienen a pie como en bicicleta, esperamos un despeje de la vías alrededor de las 22:00 hrs. con la ruta 68 totalmente habilitada”.
Asimismo, Constanza Bahamondez, Jefatura de Administración y Finanzas del Obispado de Valparaíso, señaló que “estamos muy contentos, acabamos de terminar la procesión de Nuestra Virgen de Lo Vásquez, estamos felices con el buen resultado de la coordinación que se realiza con los distintos equipos. Se logró la sinergia esperada, no tuvimos eventos desafortunados, estuvo todo en calma. Ahora podemos observar, al término de la misa, que las personas están retornando, están terminando de bendecir los objetos de piedad que llevarán a sus casas con mucha fe y amor, signos de lo vivido en esta procesión y Fiesta de Lo Vásquez”.
Finalmente, el Pbro. Winstor Hardy, rector del santuario, indicó que “la Fiesta se desarrolló de una manera muy tranquila, desde su inicio el día 7 hasta su término el día 8 de diciembre, los peregrinos pudieron vivir el encuentro con La Virgen en este clima de profunda espiritualidad que nos propusimos plantear en esta Fiesta, celebrando los 170 años de la aprobación del decreto de culto público y lugar de veneración del santuario. Además, se destaca la procesión en la que los peregrinos manifiestan su devoción a la Virgen, reconociendo mayor cantidad de peregrinos en esta parte de la celebración del 8 de diciembre. Es una alegría y una fiesta recibir a nuestros peregrinos cada año, y no nos deja de sorprender su simpleza en la manifestación de su religiosidad”.
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