Navidad en el Año Jubilar de Nuestra Diócesis

Este año, nuestra Diócesis de Valparaíso celebra con gratitud y esperanza 100 años de vida, evangelización y servicio. En este tiempo jubilar, la Navidad cobra un sentido aún más profundo, recordándonos el centro de nuestra fe: Dios se hace carne y habita entre nosotros (cf. Jn 1,14). La Navidad es el tiempo en que el amor de Dios irrumpe en la historia para traernos la salvación, uniendo el cielo y la tierra en la humildad de un Niño nacido en Belén.

El Papa Francisco nos invita a no perder el verdadero sentido de esta fiesta.

    “Si quitamos a Jesús, ¿qué queda de la Navidad? Una fiesta vacía. No quitemos a Jesús de la Navidad. Él es el centro, Él es el verdadero sentido” (Ángelus, 22 de diciembre de 2019).

En medio de las luces, los regalos y las celebraciones, corremos el riesgo de olvidar lo esencial: la sencillez y la pobreza del pesebre, donde María y José nos enseñan a adorar y contemplar el misterio de Dios hecho carne. Estamos llamados a situarnos como miembros de la comunidad diocesana en ese pesebre, cuyo único fin es recibir al Salvador, el Mesías, el Señor. La Navidad no es un sentimentalismo pasajero; es el encuentro con Jesús vivo, que transforma nuestra vida y nos llama a la conversión, y como Diócesis, estamos siempre llamados a renovarnos en la conversión y transformación en nuestro peregrinaje.

En este año jubilar, la Navidad nos impulsa a mirar nuestro pasado con gratitud, el presente con responsabilidad y el futuro con esperanza. Como nos recuerda el Papa Benedicto XVI:

    “El mensaje de Navidad no envejece, porque la necesidad del hombre es siempre la misma: recibir a Dios en su vida y entregarle espacio en su corazón” (Homilía, 25 de diciembre de 2007).

La Navidad nos desafía como diócesis a abrir las puertas de nuestras parroquias y corazones, saliendo al encuentro de quienes más lo necesitan: los pobres, los enfermos, los ancianos y los jóvenes desorientados. La alegría del nacimiento de Cristo debe ser anunciada y compartida.

En este sentido, el beato Carlo Acutis, próximo a ser canonizado en este año jubilar, quien fuese testigo de la fe en el mundo digital y referente para los jóvenes, decía con sencillez:

    “La Navidad es la fiesta del amor de Dios por nosotros. ¿Cómo no responder a ese amor?”

Esta frase nos interpela a todos, pero especialmente a los jóvenes, llamados a ser protagonistas en la renovación espiritual de nuestra diócesis. Carlo nos enseña que, a través de la Eucaristía y del testimonio cotidiano, podemos llevar la luz de Cristo a quienes viven en la oscuridad de la indiferencia o el egoísmo.

Finalmente, contemplemos el pesebre. Allí, en la pobreza de Belén, reconocemos nuestra propia fragilidad y nuestra necesidad de Dios. La Navidad nos invita a salir de nosotros mismos, como María y José, y a llevar a Cristo a cada rincón de nuestra diócesis: en nuestras familias, lugares de trabajo y comunidades.

En este centenario, recordemos que somos una Iglesia llamada a vivir la comunión, la misión y la caridad, testimoniando con alegría que Dios camina con su pueblo.

Que esta Navidad renueve en todos nosotros el deseo de acoger a Jesús, “el Dios con nosotros” (Mt 1,23), y de compartir con generosidad su amor.

¡Feliz Navidad en este Año Jubilar! Que el Niño Dios bendiga a nuestra diócesis y la llene de paz y esperanza.

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