Siete estudiantes de la Escuela de Formación Diaconal “Felipe Diácono” recibieron el Ministerio del Acolitado

Se trata de una de las etapas finales de su proceso de formación hacia el Diaconado Permanente.

El sábado 21 de diciembre, siete estudiantes de la Escuela de Formación Diaconal “Felipe Diácono” recibieron el Ministerio del Acolitado, una de las etapas finales en su proceso de formación hacia el Orden del Diaconado Permanente.

La Santa Misa fue presidida por Mons. Jorge Vega Velasco svd, Obispo de la Diócesis de Valparaíso, y lo acompañaron sacerdotes y diáconos.

Los estudiantes de la Escuela de Formación Diaconal que recibieron el Ministerio son Ismael Contreras Arellano y Guillermo Rojas Salinas, de la Parroquia San Martín de Tours, Quillota; Alex Sanhueza Sciberras, de la Iglesia San Francisco de Asís, Quillota; Francisco Cisternas Fernández, de la Parroquia Nuestra Señora de las Mercedes, Concón; Juan Campos Espinoza, de la Parroquia San José, La Calera; Claudio Arancibia Maturana, de la Parroquia Nuestra Señora de Lourdes,  Limache; y Marcelo Polanco Iturrieta, de la Parroquia San Pablo, Placilla de Peñuelas. Participaron en la Eucaristía, además, sus familias y comunidades.

En su homilía, Mons. Jorge Vega sostuvo que María nos enseña a vivir en un espíritu de servicio. En este sentido, explicó que “estando María embarazada también, a pesar de las dificultades, de los riesgos que implicaba el viaje, no dudó en ponerse en marcha para ayudar a su prima Isabel”. Y reflexionó además acerca de que el servicio ha ido desapareciendo en nuestra sociedad, en tanto que “pensamos más en qué rédito podemos obtener a cambio de hacer algo. En este sentido, María nos cuestiona, cuestiona esta actitud”. Y agregó: “Hoy les entregamos el Ministerio del Acolitado a siete hermanos que están en proceso de formación de la Escuela de Formación Diaconal Felipe Diácono. Ellos buscan el bien común por sobre sus intereses personales, y ¿cuál es el bien común mayor? Que todos puedan encontrarse con el Creador”.

El director de la Escuela de Formación Diaconal “Felipe Diácono”, Diácono Leonardo Ruz, expresó que “ha sido una cosa muy emocionante, muy profunda, ellos estaban al comienzo nerviosos me decían pero la alegría de sentirse cada vez más cerca del camino al diaconado permanente vale la pena, ellos están muy contentos, nosotros como Casa de Formación Diaconal estamos felices porque este es un paso que no es sólo de la Casa sino de la Iglesia diocesana, justamente en estos 100 años que estamos celebrando, siete hermanos que Dios quiera el año que viene o lo más pronto posible puedan recibir el diaconado permanente y pedirle a toda la gente oración por las vocaciones, el Señor manda vocaciones, pero tenemos que saber encontrarlas, tenemos que buscarlas, así que una gran alegría, gracias al Señor por los regalos que nos da permanentemente a nuestra Casa y a nuestra vida personal de cada uno de los que creemos en Él”.

Asimismo, explicó que “este es un paso formal dentro del proceso hacia el diaconado permanente que les da a ellos la habilitación para servir más directamente en el altar, apoyando al diácono que preside o al sacerdote, en la celebración litúrgica o Eucarística. Y espiritualmente hablando, es como un sumergirse en el Misterio de la Eucaristía, ellos van a poder administrar la Eucaristía formalmente ahora, llevar la Comunión a los enfermos, pero lo más importante es que se empapen de la riqueza, del valor espiritual, eclesial, teológico, de lo que es la Eucaristía. Esa es la misión y por eso este tiempo de disfrutar de este Ministerio”.

En relación al proceso formativo de los siete estudiantes que recibieron el Ministerio del Acolitado, el Diácono Leonardo Ruz indicó que “ellos pasaron, académicamente hablando, a sexto año, tienen que continuar en los siguientes tres trimestres del sexto año con sus asignaturas, cada trimestre tiene tres asignaturas, y al final del 2025 ellos completarían su currículum académico, que es una parte. La otra parte, es cómo va su proceso pastoral, espiritual, personal, de discernimiento, porque no siempre las cosas van a la par. Pero si todo va funcionando parejo, con el apoyo del director espiritual, del tutor, de la misma escuela, de la familia, ellos ahora tendrían que ser propuestos al grupo de Órdenes para el diaconado permanente, o sea, ya no les queda ningún paso previo al diaconado permanente, ahí vamos a ver si los presentamos el año que viene o a comienzos del 2026, porque hay varias condiciones, una de ellas es que tienen que tener el currículum académico totalmente aprobado, no puede haber lagunas en eso, y otras cosas”.

En tanto que el Delegado Episcopal para el Diaconado Permanente, Diácono Fernando Mercado, destacó que “ha sido una ceremonia muy bonita, es una de las etapas que se van cumpliendo en todas las personas que postulan al diaconado permanente y que se van formando en la Escuela Diaconal, esto va pasando por diversas etapas una de ellas es el Acolitado, como el día de hoy, y la otra etapa antes de, el lectorado, antes de llegar al diaconado permanente, y en cada una de ellas, ellos son evaluados tanto desde el punto de vista psicológico, como también ver su formación académica y ver sus condiciones naturales y humanas como para ir estando seguros de que estas personas que aspiran a ser el día de mañana diáconos permanentes puedan ser personas que realmente encarnen el espíritu de amor, de acogida, y de servicio que es tan importante para la evangelización en nuestra iglesia y en nuestra diócesis”.

Además, agregó: “Para nadie es un misterio que lamentablemente cada día son menos los sacerdotes que hay y por lo tanto los diáconos tienen un rol importante en la evangelización, en el recogimiento, en la conducción de grupos, y para eso tienen que ser personas que tengan un corazón bien dispuesto, que tengan una buena formación intelectual y que además encarnen ese espíritu de servicio. Hoy día hemos meditado el Evangelio en que María visita a su prima Santa Isabel y ella tiene una noticia y se le ocurre naturalmente ir a verla, a una mujer anciana que iba a tener su hijo, y lo mismo nosotros quisiéramos tener para los diáconos, el mismo obispo dijo hoy día que no era necesario ver mucho para darse cuenta de que muchas situaciones de servicio han ido desapareciendo y es así como es importante que frente a las realidades que haya los diáconos tengan la iniciativa de poder ver, hacerse presente en aquellos lugares en que nuestros hermanos necesitan ser atendidos principalmente los ancianos, la gente de escasos recursos, los niños, los orfanatos, en los enfermos, en realidad hay muchos espacios y lugares, también la penitenciaría, donde es muy importante la presencia alguien que lleve la Palabra de consuelo, de paz, de esperanza y eso es lo que el Señor nos pide a todos, pero especialmente a los consagrados como los obispos, sacerdotes, diáconos y religiosas”.

Marcelo Polanco, estudiante de la Escuela de Formación Diaconal que recibió el Ministerio, agradeció a los presentes y sostuvo que “este es un paso muy importante en el proceso de formación, ya acercándonos Dios mediante a la toma del diaconado permanente, y felices con mis hermanos de comunidad, con mis hermanos de curso, somos siete hermanos que recibimos hoy día el Acolitado, así que felices, agradecidos de Dios y estamos para servir”.

Mientras que Francisca Jofré, esposa del postulante al diaconado Guillermo Rojas, expresó que “esta instancia es para nosotros de mucho orgullo porque significa un pasito más y el pasito previo a lo que tanto anhelan nuestros esposos así que acompañando en esta linda misión y muy felices, muy emocionados también al ver la gente que nos acompaña, gente querida, de hecho hay una hermana religiosa que nos acompaña de Argentina y vino para acompañarnos en este momento, así que una instancia muy hermosa”.

Los desafíos actuales de los diáconos permanentes

El Delegado Episcopal Fernando Mercado reflexionó acerca de cuáles son los desafíos actuales a los que se enfrentan los diáconos permanentes, y destacó tres. El primero, tiene que ver con “salir y tener una actitud pastoral, una actitud de realmente cumplir lo que el Papa nos ha pedido, salir de la Iglesia, lamentablemente hay una situación que se genera en forma un poco difícil que es como hay pocos sacerdotes entonces los diáconos se dedican a realizar bautizos, exequias, matrimonios, que en el fondo son necesarios pero quedan dándose vuelta dentro de la misma Iglesia y no estamos saliendo mucho, es poco lo que se sale, entonces el desafío está en, sin desatender eso, porque obviamente es necesario, o de realizar por ejemplo este año estamos preocupados de tener una mayor coordinación entre el delegado para los presbíteros y el delegado para el diaconado, de modo que puedan conversar mejor y se puedan optimizar los tiempos de ambos para que quede tiempo para hacer esto porque el diácono, además de servir a la Iglesia, debe estar sirviendo en su familia y afuera, entonces a veces los tiempos no se dan”. El segundo desafío que enumera dice relación con que vivimos en un mundo muy metido en las cosas mundanas y lamentablemente los diáconos están insertos en el mundo, por lo tanto, no están exentos de eso, entonces yo noto que falta desarrollar, profundizar más la espiritualidad, y eso es muy importante, verlo, descubrirlo, trabajarlo, yo espero que parte de esto se pueda lograr en el retiro que vamos a tener en enero, Monseñor Mario Salas nos va a dictar un retiro en relación al Sínodo de la Sinodalidad, que es el alma mater de este momento de la Iglesia, de ser una Iglesia que trabaje en conjunto, que trabajemos todos y que nos veamos como hermanos y no a veces como competidores, que a veces a mí me da pena pero a veces se da eso, y que trabajemos todos por un mismo bando que es el bando de Jesucristo”. Finalmente, el delegado episcopal explica el tercer desafío que vislumbra: “Lo otro que veo es que el diácono realmente pueda ser luz en su familia, porque si tú ves, lamentablemente está fallando la evangelización de los jóvenes, de los niños, no es extraño ver que en muchos diáconos, sus hijos a veces no van a Misa, o sus parientes, entonces la primera frontera está en la familia y a veces esa primera no es tan reconocida, pero para todo eso, se requiere una vida espiritual intensa, porque no se puede dar lo que no se tiene”.

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