Domingo 19 de enero, Jn 2, 1-11
Por: P. Ramón Tapia, Diócesis de Valparaíso.
QUE JESÚS NOS CONVIERTA EL AGUA EN VINO. San Juan 2,1-11.
Hoy Jesús convierte el agua en vino.
Al término de este evangelio se dice que con el milagro de convertir el agua en vino, Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.
COMENZÓ SUS SIGNOS: San Juan no llama milagros ni maravillas a las acciones poderosas de Jesús sino que los llama signos y este en Cana de Galilea es el primero (serán seis).
Un signo es algo que nos indica algo distinto a lo que vemos, por ejemplo, la bandera de Chile nos habla no de una tela con colores sino de nuestro país. Aquí también el signo es la transformación del agua en vino y podemos quedarnos en el milagro y no aprender que quiere significar Jesús con este signo. Lo que veo yo es que el agua y el vino significan otra cosa además de lo evidente. El agua usada es la destinada a los ritos de purificación de los judíos. Como sabemos los ritos purificadores de los judíos daban una limpieza externa a la persona. Esta agua significa la Antigua Alianza que limpia desde afuera al ser humano. Es la religiosidad del cumplir a Dios, se mueve por el deber o por el temor no por el amor. Esta vida de fe no llega al corazón porque la experiencia con el Señor no se ha dado sino que simplemente es una religiosidad centrada en los hombres. Es el cumplimiento: cumplo y miento. Es una vida de fe basada en la fuerza humana, centrada en el ser humano y no en el Señor.
El vino en la Biblia es signo de la alegría, del entusiasmo por la vida, de la felicidad, de la fiesta. El vino embriaga, transforma, cambia la persona. El vino es signo del Evangelio que al escucharlo nos “embriaga”, nos mueve desde dentro. La vida cristiana es una transformación continua, una conversión que el vino del Evangelio va haciendo. No podemos cambiar por nuestras fuerzas. Es Jesús el que puede cambiar nuestra agua en vino, en vida nueva. En este Jubileo el Papa nos invita dejarnos cambiar por el Señor. Cambiar el agua que es como lo rutinario de nuestra vida cristiana en algo nuevo, embriagador. Dejarnos empapar por el Espíritu Santo. ”Que el Jubileo sea para nosotros ocasión de reavivar la esperanza” nos dice el Papa Francisco
MANIFESTÓ SU GLORIA: En el AT Moisés quiso ver la gloria de Dios y el Señor le dijo que no podía verla porque moriría, aunque igual dice la Escritura que Dios hablaba con él cara a cara. Ahora en el NT con Jesús la gloria de Dios se manifiesta en Jesús en sus acciones maravillosas, en sus palabras sabias, en su vida humilde y entregada. Dios se va manifestando en Jesús con sus palabras y obras, con su oración, con su silencio. También nosotros en la eucaristía vemos la gloria del Señor que renueva su sacrificio y por el Espíritu Santo el pan se transforma en su Cuerpo y el vino en su Sangre.
SUS DISCÍPULOS CREYERON EN ÉL: Jesús recién está formando a sus discípulos y los forma en comunidad y con sus signos y palabras. Y con este signo ellos creen en él y lo siguen. Viendo cómo actúa el Señor van creyendo. Aprenden mirando, admirándose.
Madre buena haz posible hoy para nosotros este evangelio porque no tenemos vino, intercede ante tu Hijo Jesús para que hoy en nuestra Iglesia sea realidad el primero de los signos de Jesús. Amén.
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