Pbro. Patricio Marambio, director espiritual del Pontificio Seminario Mayor San Rafael: “Falta más conciencia de que estamos en una batalla espiritual”

El Pbro. Patricio Marambio se desempeña como director espiritual del Pontificio Seminario Mayor San Rafael desde hace algunos años. Además, actualmente es párroco de la parroquia Corazón de María, en Valparaíso. Allí, nos recibió para conversar acerca de su misión pastoral en el Seminario y de la importancia de cuidar nuestra vida espiritual aún en vacaciones.

-¿Qué es el acompañamiento espiritual?

Es estar disponible para escuchar, para estar con las personas que quieren, que necesitan un acompañamiento, una ayuda espiritual. Es poder acompañar al otro en su vida.

Pienso que el acompañamiento es algo sacerdotal en el sentido más amplio, involucrando a las otras personas también, el diácono permanente también es sacerdote, las religiosas también, los laicos, es decir, la dimensión sacerdotal de nuestra vida cristiana, o sea, una es ministerial, en el caso nuestro, y la otra es de los fieles, entonces es una dimensión de acompañar a las personas, pastorearlas, acompañarlas, es una labor nuestra de servir a Dios, servir a Jesús que es el Buen Pastor. Quizás ahora el acompañamiento espiritual está venido a menos por el tema de los abusos, pero en general la gente más de Iglesia yo creo que lo valora y lo comprende, lo ve necesario.

Hay un acompañamiento más general y otro más particular, el general es toda la vida de la parroquia, la vida cristiana es un acompañamiento, pero algo más particular que alguien de repente requiere, eso es menos, en el caso de los seminaristas, religiosas o estudiantes de la Escuela de Formación Diaconal por supuesto es obligado, pero en cuanto a los fieles no es muy común, por lo menos acá.

Entonces, si bien se habla del acompañamiento espiritual en específico a los seminaristas, pero en realidad todo lo que uno hace es acompañamiento, a las personas de la parroquia, por ejemplo, aquí tenemos muchos funerales y acompañamos a las personas en el dolor, a los enfermos, a los pobres, nosotros aquí tenemos un comedor, entonces acompañamos a los pobres también, y a los fieles en la misa dominical, en ese sentido pienso que es una labor sacerdotal más amplia y que involucra a todos.

Ahora, respecto al acompañamiento a los jóvenes, a los seminaristas, encuentro que es una labor bonita, uno está acompañando a futuros sacerdotes, me imagino a Jesús con los apóstoles una cosa así, porque es multiplicador, porque tú estás ayudando en la formación a los seminaristas que van a ser pastores a su vez, y van a hacer lo mismo. Si Dios quiere, este año vamos a comenzar un proceso de Propedeuta y es bonito eso, empezar el proceso de cero, porque los otros seminaristas ya venían, ya tenían una estructurada formada.

-¿Por qué es importante el acompañamiento espiritual?

Es importante, yo lo valoro en cuanto a la experiencia, hay otras personas que han vivido otras cosas, han pasado por lo mismo, entonces tienen más experiencia en el camino. También, puede ser que haya leído más, haya estudiado más, tenga más conocimiento, entonces es valorable porque es entrar en un camino donde uno no ve los peligros, o lo que es mejor, entonces es una ayuda la mirada del otro.

-¿Quiénes pueden brindar acompañamiento espiritual? ¿Qué características deben tener?

Hay que considerar que tenga experiencia y conocimiento, puede ser el párroco, una religiosa, un diácono, un laico preparado, formado, que tenga conocimientos y experiencia.

-Para evitar situaciones adversas al proceso de acompañamiento espiritual, ¿Qué actitudes y consideraciones deben tener tanto quien acompaña como quien es acompañado o acompañada?

Del que acompaña, es muy delicado, tiene que ser consciente de que la persona a la que acompaña puede estar muy vulnerable de alguna manera, entonces tiene que tener mucho respeto, y más ahora con todo lo que ha pasado, tiene que tener más cuidado, tiene que elegir bien los lugares en donde se van a reunir a dialogar, ponerse barreras, pienso en el caso de los profesionales como los psicólogos, que no pueden involucrarse con un o una paciente, entonces para evitar eso se ponen barreras, pienso en algo similar a eso. Y más aún cuando son personas que están muy vulnerables, que vienen dañadas.

Respecto de quien es acompañado o acompañada espiritualmente, tiene que ser un adulto en la fe, ya sea joven o adulto, estamos llamados a ser adultos en la fe, que sea consciente de los límites, que sea capaz de decir las cosas, de ser franco si algo le molesta.

-¿Puede ser que hoy la gente busque el acompañamiento espiritual fuera de la Iglesia, en otras religiones o creencias?

Sí, la necesidad humana de la espiritualidad tiene esa búsqueda de lo trascendente, de lo espiritual, de la paz, de la salud, y a veces nos pasa que como nuestra Iglesia ha tenido estas caídas, entonces la gente busca en el Oriente o en muchas otras partes la espiritualidad, porque claro también muchas veces hay un hastío, un cansancio, del materialismo, de lo económico, entonces la gente busca en la espiritualidad otra cosa. Nuestra diferencia es Cristo, nosotros consideramos que uno no se puede salvar a sí mismo, sino que necesitamos a Cristo, Él es nuestro Salvador, esa es la diferencia.

-En el caso de los seminaristas, ¿cuál es o cuáles son los consejos que siempre les da?

Lo primero, el conocimiento de sí mismo, porque en el fondo la vida cristiana y el sacerdocio más todavía es un combate, entonces uno tiene que conocerse, conocer sus fortalezas, sus debilidades, en el aspecto humano. También, el mantener un equilibrio, yo lo comparo cuando uno va al hospital y te revisan, y tienes que estar bien en todos los parámetros, entonces te toman la temperatura, te miden la presión, etc., entonces me preocupa y me ocupa en el sentido de que duerman bien, que descansen, que mantengan un equilibrio, darles importancia a los signos del cuerpo, a las enfermedades.

Y en el aspecto espiritual, la oración, la idea nuestra es darles a los jóvenes una estructura de lo que pueden hacer en el sacerdocio, que uno comience el día con la oración de la mañana, luego que continúa al mediodía y a la noche, es decir, que tenga una estructura. Y lo otro son los diferentes tipos de oración. Y, también, el cuidarse de los pecados, no pecar.

-Hace un momento decía que la vida es un combate espiritual, ¿cree que los católicos vivimos con la conciencia de que estamos en un combate espiritual?

No hay mucha conciencia de que estamos en un combate espiritual, es algo que tenemos que promoverlo, que decirlo, eso se ve sobretodo en la Cuaresma, empieza la Cuaresma con el primer domingo, me parece, de las tentaciones, entonces hay Tiempos Litúrgicos donde eso se destaca y se ve.

Por ejemplo, el Jubileo es una ayuda que se nos da para nuestra vida espiritual, como lo Ordinario que serían los Tiempos Litúrgicos, esto claro es Extraordinario. Es un tiempo de gracia, nos dice la Iglesia, un tiempo de conversión, de santificación, y claro, los sacerdotes tenemos que promoverlo sino pasa desapercibido, eso es labor nuestra.

-Hablando del Jubileo, en este año de gracia, si uno realiza ciertas acciones que la Iglesia pide, se pueden ganar indulgencias plenarias tanto para uno mismo como para las almas del purgatorio. ¿Cree que los católicos tenemos conciencia de la riqueza de eso?

Todo va en la promoción que se haga del tema, hay personas que son más conscientes, que tienen más conocimiento de eso, y otras no, entonces depende de los sacerdotes que promovamos eso, es una realidad, un tesoro, una gracia que tiene la Iglesia y el valor de la oración, de la Misa, yo muchas veces lo digo en los funerales, es mucho mejor la oración, la Misa, que la flores o que la visita a los cementerios, entonces eso hay que aprovecharlo y promoverlo.

-Volviendo al tema del combate espiritual, ¿Qué podemos hacer como Iglesia para incrementar la toma de conciencia de que vivimos en un continuo combate?

Los Tiempos Litúrgicos nos ayudan a eso, sobre todo el tiempo de Cuaresma, allí se destaca el combate espiritual, los enemigos de la fe, de la gracia, de la vida espiritual.

-¿Cuáles son los enemigos de la fe en la actualidad?

Son los mismos de siempre, el pecado que está en el fondo de uno mismo, el mundo que es contrario a Dios y a la fe, y el Maligno.

 -¿Cuándo perdemos el combate espiritual?

Empezamos a perder cuando uno deja la oración, deja la Misa, que, en el fondo, la oración, la Misa, son armas espirituales, cuando deja la Palabra, esas son armas espirituales y si uno se desarma ya empieza a perder, a alejarse, ahora, es peor si uno tiene malas amistades, y la pérdida de la batalla sería el pecado.

-¿Se puede volver a la batalla después de haber estado mucho tiempo perdido?

Ah sí, por supuesto, en ese sentido es algo tan bonito nuestra fe porque Dios no nos juzga, no nos condena, no te da la espalda, uno le da la espalda a Dios, pero Dios no, no te da la espalda, Dios siempre está esperándote, eso es lo bonito, que las personas siempre tenemos otra oportunidad, nadie está perdido ni condenado, en ese sentido es bonita nuestra fe, nuestra religión, no es como nosotros los humanos que somos rencorosos, nos cuesta perdonar, Dios no es así.

Y hay que tener fe también en que se puede orar por la otra persona y eso va a dar fruto de conversión, tenemos el ejemplo de San Agustín, por ejemplo, que su madre rezaba por su conversión, entonces hay ejemplos claros de que nadie está perdido, inclusive también yo siempre doy el ejemplo del Buen Ladrón, que en los últimos momentos se reconcilió y Jesús lo llevó al Paraíso, entonces al final uno se puede arrepentir incluso en el lecho de la agonía, de muerte.

En ese sentido, las promesas de Dios son ciertas, son verdaderas, Dios nos ama, la esperanza es un valor importante, no es como en el caso del hombre, que, por ejemplo, en la política hace promesas y después por diferentes motivos no puede o no quiere cumplirlas, Dios no es así, hay esperanza, si es con Jesús, con Dios, hay esperanza.

-En este tiempo de vacaciones, de descanso, ¿qué podemos hacer para alimentar nuestra vida de fe?

Hay un dicho que decía un Padre, de que Dios no se toma vacaciones, otro dicho es que las vacaciones no son para no hacer nada, sino que son para hacer otras cosas, diferentes. Me acuerdo que cuando estaba en el seminario nos decían “tengan cuidado jóvenes porque las vacaciones matan a las vocaciones”. Entonces, claro, hay que tener cuidado, uno no puede relajarse mucho, es importante mantener la oración, la lectura espiritual, sería un buen momento para leer algún libro de lectura espiritual, la misma Biblia, yo pienso que a veces tenemos tantas cosas que descuidamos la Biblia, entonces leer la Biblia, y cuidarse de a dónde voy, qué veo, mis amistades, o sea, hay que descansar, pero no relajarse tanto.

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