Reflexión Evangelio

Domingo 29 de junio, San Pedro y san Pablo, apóstoles
Solemnidad

Mt 16, 13-19

Por: P. Ramón Tapia, Diócesis de Valparaíso.

SAN PEDRO Y SAN PABLO, DOS PECADORES CONVERTIDOS. COLUMNAS DE LA IGLESIA.

San Mateo16, 13-19.

La Iglesia en el Prefacio de esta fiesta ora así: Pedro fue el primero en confesar la fe y Pablo el insigne maestro que la interpretó. Veamos a cada uno en su proceso de fe.

PEDRO FUE EL PRIMERO EN CONFESAR LA FE: Pedro va a hacer un camino para llegar a proclamar la fe y después dar la vida por Jesucristo. La verdad es que no se conoce a sí mismo y no conoce a Jesús. Se entrega con toda su buena voluntad y entusiasmo. Después de confesar que Jesús es el Señor, el Mesías, inmediatamente rechaza al Mesías que da la vida, que muere en la cruz. Lo hace porque como todos nosotros piensa como los hombres y no como Dios. Como nos dijo el Papa Francisco en Chile a los sacerdotes y consagrados: “Pedro el temperamental, el jefe impulsivo y salvador, con una buena dosis de autosuficiencia y exceso de confianza en sí mismo, tuvo que someterse a la debilidad y al pecado. Él era tan pecador como los otros, era tan necesitado como los otros, era tan frágil como los otros”  al reconocer sus pecados de negación se humilla profundamente y llora amargamente su pecado y desde entonces hay un nuevo Pedro. Un Pedro humilde, confiado en el Señor, entregado a Dios con todo su ser.

Sigue diciéndonos el Papa Francisco: ¿Qué es lo que fortalece a Pedro como apóstol? ¿Qué nos mantiene a nosotros apóstoles? Una sola cosa: Fuimos tratados con misericordia. En medio  de nuestros pecados, límites, miserias; en medio de nuestras múltiples caídas, Jesucristo nos vio, se acercó, nos dio su mano y nos trató con misericordia”.

Mirar a Pedro nos lleva a parecernos un poco a él, a hacer el camino de él, tener conciencia de que no somos mejores que los demás, que necesitamos de la gracia de Dios para poder amar y servir.

Oremos repitiendo: Señor tú me conoces, sabes que te quiero

PABLO EL INSIGNE MAESTRO QUE LA INTERPRETÓ.

Pablo era un fariseo fanático, violento que era fiel a la Alianza con Dios pero estaba equivocado. Perseguía a los cristianos porque los creía equivocados, cuando era él el que estaba fuera del camino. Hubiera seguido su camino de rabia, fanatismo y agresividad sino lo se le atraviesa Jesús en su camino y lo bota del caballo, de la soberbia, de la prepotencia. Dios viene a su encuentro. El dice que Jesús se me apareció como a un aborto. Pablo experimenta la misericordia de Dios, que siendo pecador lo llama, lo convierte. Dice él por la gracia de Dios soy lo que soy y su gracia no ha sido en vano para conmigo; antes he trabajado más que todos ellos, pero no yo, sino la gracia que está en mi (1Cor 15,10).

Miremos a san Pablo que creyéndose bueno vivía equivocado. El no era un ateo o un agnóstico, no, era un cumplidor estricto de la ley, ayunaba, oraba 7 veces al día, daba el diezmo, pero estaba equivocado. A ustedes y a mí nos puede pasar que viviendo la fe podemos ser fariseos, hipócritas que aparentamos ser buenos pero por dentro no lo somos, aparentamos ser humildes, pero estamos llenos de orgullo, ponemos cara de paciencia pero estamos llenos de violencias. Oremos para que el Señor, como a Pablo nos bote del caballo, nos baje de nuestro pedestal y nos haga humildes servidores de Jesucristo y de los hermanos.

Oremos repitiendo: Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores, el primero soy yo.

SANTOS PEDRO Y PABLO, RUEGUEN POR NOSOTROS.

Por: P. Julio González C., Pastoral de Espiritualidad Carmelitana.

Solemnidad de San Pedro y San Pablo. Apóstoles y Mártires de Cristo (29 de Junio 2025)

Lecturas bíblicas:

Abrimos nuestra Biblia y buscamos:

a.- Hch.12,1-11: El Señor me ha librado de las manos de Herodes.

b.- 2Tim. 4,6-8.17-18: Ahora me aguarda la corona merecida.

c.- Mt.16, 13-19: Tú eres Pedro y te daré las llaves del Reino de los cielos.

– “Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?” (Mt.16,13ss).

El evangelio establece que, para el nuevo Israel, es necesario tener certezas sobre la persona, mensaje y destino de Jesús. ¿Qué es lo que ve el pueblo en la persona del joven rabino de Nazaret? (cfr. Mc. 8, 27-30; Lc. 9, 18-21). Ve en ÉL un personaje importante como Juan Bautista, Elías, el profeta, el Precursor que tenía que venir (cfr. Mal. 3,23); o Jeremías, el profeta que luchó para que el pueblo depositara en Yahvé su confianza, y no en alianzas políticas. Pero hay una realidad que no han descubierto: es el Mesías. Será Pedro quien descubra su identidad de Mesías e Hijo de Dios, fruto de fuertes experiencias vividas por él (cfr. Mt. 14, 33).  La respuesta de Jesús es una bienaventuranza, por revelar su verdadera condición de Hijo de Dios, una bendición que conduce a Pedro a  la plenitud del Reino, porque esta confesión, no es fruto de la carne ni de la sangre, sino de “mi Padre que está en los cielos” (v. 17). 

– “Tú eres Pedro y te daré las llaves del reino de los cielos” (Mt. 16, 18s).

Jesús reconoce su revelación, y le anuncia su nuevo rol en su Iglesia: le cambia el nombre por Kefhá, Piedra, lo que supone cambio de misión, nombre que Mateo le da desde el comienzo de su evangelio (Mt. 4,18; Gál. 1,18; 2,9). Piedra, en el lenguaje bíblico que viene a significar, Yahvé, causa última de salvación (cfr. 1Sam. 2, 2; 2Sam. 22, 2. 3. 32; Sal. 18,3; 19,15; Is. 17,10), firmeza de su pueblo; en el NT, en cambio, se aplica a Jesucristo, piedra angular (cfr. Hch. 4, 11; Rom. 9, 33; 15, 20; 1Cor. 3,10; 1Pe. 2, 4-7). Sobre esta piedra, la fe de Pedro, Jesús edificará su Iglesia, es decir, los reunidos, fruto de la llamada que hace a los hombres en nombre de Dios. El vocablo Iglesia, significa, convocados y el acto de convocar (cfr. Mt. 18,18); Dios convoca a los hombres para formar su pueblo, para dar frutos de santidad para su Reino (cfr. Mt. 21, 33-44); sin embargo, su propuesta ha sido rechazada la mayoría de las veces. Ahora realiza la última convocatoria por medio de su Hijo, con ese fin, llamó a los Doce, símbolo del pueblo convocado, y por ello, encomienda y capacita a Pedro, para ser piedra, firmeza, que confirme la fe de sus hermanos, los convocados, fortaleza que le viene de Jesús y del Padre. Le da la certeza que las puertas de su Iglesia no serán derrotadas por el poder de la muerte. En esta Iglesia, que nace para el servicio del Reino de Dios, Pedro tendrá las llaves que permite ingresar y salir, además del poder de atar y desatar, de admitir y excomulgar válidamente ante Dios, permitir y prohibir. El pasaje evangélico, termina con el mandato de silencio por parte de Jesús, ya que título de Mesías, hay que asumirlo, vivirlo, y antes que se especule sobre él, quiere manifestar cómo lo va a realizar, por ello encontramos enseguida, el primer anuncio de la pasión (Mt.  16,21-23). Con su vida entregada al servicio de los hermanos, Pedro, confirmó su fe en Cristo muriendo mártir en la colina del Vaticano. San Pablo muere mártir a las afueras de Roma, por su condición de ciudadano romano, es decapitado cerca del puerto de Ostia. La semilla del Reino de los Cielos estaba germinando en esa tierra regada por la sangre de estos insignes apóstoles y mártires: Pedro y Pablo. Como ellos hoy la Iglesia quiere, como pueblo de Dios, servir a la sociedad hasta dar su vida en el campo de la misión evangelizadora. La misma fuerza del Espíritu Santo que movió a Pedro y Pablo, mueve a la comunidad eclesial en la tarea, no fácil, como ayer, de seguir evangelizando. Como Pedro y Pablo, necesitamos ser transformados por la gracia y el amor de Jesucristo, para ser de verdad, testigos convencidos de su fe y audaces para proclamarla hasta más allá de los confines de la Iglesia y así podamos recibir la corona de justicia e inmarcesible gloria, de manos de Aquel, que nos amó entregó su vida por nosotros. Canta Iglesia santa, la victoria de tus mejores hijos, y que tu alabanza, sea también nuestro himno nuevo en la eternidad de los bienaventurados (Ap. 5,9). Amén.

Lectura mística. Santa Teresa de Jesús, siempre se tuvo muy devota de los Apóstoles Pedro y Pablo, los considera modelos de entrega de la propia vida por Cristo y la Iglesia a todos sus hijos e hijas. “Siempre hemos visto que los que más cercanos anduvieron a Cristo nuestro Señor fueron los de mayores trabajos: miremos los que pasó su gloriosa Madre y los gloriosos apóstoles… Gusto yo mucho de San Pedro cuando iba huyendo de la cárcel y le apareció nuestro Señor y le dijo que iba a Roma a ser crucificado otra vez… ¿Cómo quedó San Pedro de esta merced del Señor, o qué hizo? Irse luego a la muerte; y no es poca misericordia del Señor hallar quien se la dé.” (7Moradas 4,5).

Visto 25 veces,  25 vistas hoy