Reflexión Evangelio

Domingo 05 de mayo, 6° de Pascua

“PERMANECER EN EL AMOR DE DIOS”

6 PASCUA B

Por: P. Ramón Tapia, Diócesis de Valparaíso

La palabra amar conjugada de distintas formas aparece 9 veces en el evangelio de hoy. En la carta de san Juan que es la segunda lectura aparece también la palabra amor 9 veces. Los estudiosos de la Biblia dicen que la repetición significa la importancia que se le da.

Somos mendigos de amor. Necesitamos con urgencia recibir el Amor. Estamos hechos para el amor, para recibirlo y darlo. El amor es el combustible que hace andar nuestra vida. San Juan Pablo II nos enseña: El hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente.

Lo primero que es necesario decir es que el amor no es invento o producto humano. DIOS es AMOR nos dice san Juan hoy. El Señor es por esencia amor. Él no tiene amor como algo añadido sino que es amor. Es el verdadero amor, la fuente del amor. Dios es esencialmente amor, es plenamente amor, es totalmente amor. Este es un amor eterno como el Padre ama volcándose totalmente al Hijo así nos ama Jesús. Es un amor que da la vida. Es un amor que acerca a los hombres a la categoría de amigos no de siervos. Es un amor que nos ama primero, que siempre nos ama. Antes que tú y yo existiéramos él nos amó y nos sigue amando primero. Cada uno de nosotros es pensado, es amado personalmente por Dios. Es un amor que nos da a su Hijo único. Pero no es un amor mal criador, zalamero o dulzón. Es un amor que quiere que crezcamos, no que quedemos enanos, dependiente de los afectos. Por eso a veces permite algún sufrimiento para que nos corrijamos, para que cambiemos. Es un amor que nos hace vivir la verdadera vida. Sin este amor no se puede vivir. Permanezcamos en este Amor. Recreémonos en este Amor. Este Amor nos hace descansar de nuestras insatisfacciones y búsquedas. Creamos que Dios nos ama porque el tentador siempre nos hará dudar del amor de Dios. Y dudar del amor es desequilibrarnos profundamente porque dudamos de Aquel que nos viene la vida

Segundo: este amor de Dios debe penetrar en nuestro corazón, sanar nuestras heridas afectivas, pulir nuestras durezas interiores y así amar a los hermanos. La Palabra nos dice hoy: amémonos los unos a los otros, debemos amarnos unos a otros. Ámense, les mando que se amen. El sentimiento del amor es el más noble de los sentimientos. Y estamos hechos para el amor. Todo otro sentimiento negativo: el odio, el rencor, la envidia, la agresividad, el juicio a los demás, el egoísmo, el materialismo nos hacen mal. Nos destruyen como personas. No podemos funcionar bien. Esto es lo esencial del cristianismo: amar a Dios y amar al prójimo: pero podemos decir: ¿por qué a mí me cuesta amar a todas las personas? ¿Por qué yo amo a unas personas y otras me caen mal, o me son indiferentes? Porque amo no con el amor de Dios pasado por mi corazón sino con mi amor pequeño, egoísta. Amando con el amor de Dios puedo amar a todos. Por eso debo vaciarme de mi pequeño amor, para así recibir el amor de Dios y traspasarlo a los demás. Papa Benedicto: “Consiste justamente en que, en Dios y con Dios, amo también a la persona que no me agrada o ni siquiera conozco. Esto sólo puede llevarse a cabo a partir del encuentro íntimo con Dios (…) Entonces aprendo a mirar a esta otra persona no ya sólo con mis ojos y sentimientos, sino desde la perspectiva de Jesucristo (…) Al verlo con los ojos de Cristo, puedo dar al otro mucho más que cosas externas: puedo ofrecerle la mirada de amor que él necesita” DCE 18.

El Señor quiere vencer todas nuestras resistencias con su tierno amor. Llénate de ese amor inagotable y así podrás amar, podré amar a los demás. En este año de la Oración hagamos lo que nos dice el Papa Francisco: Intenta quedarte un momento en silencio dejándote amar por Él. Intenta acallar todas las voces y gritos interiores y quédate un instante en sus brazos de amor”. Déjate amar por Dios.

DOMINGO SEXTO DE PASCUA (Año par. Ciclo B)

Por: P. Julio González C., Pastoral de Espiritualidad Carmelitana.

Lecturas bíblicas:

Abrimos nuestra Biblia y buscamos estas lecturas del próximo domingo:

a.- Hch.10, 25-26.34-35.44-48: El don del Espíritu Santo se derramará también sobre los gentiles.

b.- 1Jn.4,7-10: Dios es amor.

c.- Jn.15, 9-17: Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.

– “Como el Padre me amó…permaneced en mi amor” (Jn.15, 9ss).

El Evangelio nos habla de la comunión de vida y amor que existe entre Jesús y sus discípulos, tiene su origen en el amor que existe entre el Padre y el Hijo, es decir, un origen trinitario (Jn.3,35; 5,20; 10,17; 17,24.26). La salvación de la humanidad, la iniciativa de Dios nace de esta sublime comunión de vida y amor. Los discípulos son amados por Jesús, como ÉL es amado por el Padre. Ellos son elevados a esta dimensión de amor y comunión si cumplen los mandamientos de Dios, como Jesús guarda los mandamientos del Padre. Los mandamientos de Jesús equivalen, a su mandamiento: amarse unos a otros, con el mismo amor como han sido amados por ÉL. Su mandamiento nuevo (cfr. Jn.13,34), se explica mejor poniéndose como ejemplo, “como yo os he amado” (v.12); un amor que se reveló hasta el extremo (cfr. Jn.13, 1; 19,30). Viviendo este amor el hombre, el discípulo alcanza plenitud, el gozo de sentirse amados por el Padre y por Jesús; gozo, alegría que es fruto de guardar el mandamiento del amor (cfr. Jn.16,20.22.24). Jesús ahora habla de la amistad que existe entre los discípulos y ÉL, nacida de una libre elección, por la que desde ahora son sus amigos, no ya discípulos, menos siervos, su nuevo nombre es amigos de Jesús. Es un don, el tener parte en la amistad divina, tema recurrente en el ambiente sapiencial que el evangelista conoce (v.14; cfr.1Sam.18,1-4-19,1-20; Lc.12,4; Jn.3, 29; 11,11; 20,2). 

– “No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros” (Jn.15, 16s).

Es la intimidad divina la razón última de esa llamada a los discípulos: les dio a conocer todo lo que le oyó al Padre. Escuchar adquiere aquí la connotación especial de haber sido penetrado por la experiencia total del Padre como el hombre Jesús de Nazaret. No habiéndose reservado nada para sí, sino cumpliendo la voluntad del Padre, Jesús hace partícipes a sus amigos de esa intimidad. Si los discípulos ahora conocen los secretos del Padre, ya no son siervos, sino hijos, como el único Hijo. Esta amistad divina, se relaciona o desemboca en los frutos que deben permanecer, término muy profundizado por el evangelista Juan, porque los frutos dependen de permanecer el discípulo amigo en Jesús y de Jesús en el amigo discípulo. Se nos recuerda que todas las peticiones de los discípulos amigos de Jesús serán escuchadas y atendidas por el Padre (cfr. Jn.14, 13-14). Todo termina con la insistencia de Jesús sobre el amor mutuo: “Lo que os mando es que os améis los unos a los otros” (v.17).

Lectura mística. S. Teresa de Jesús buscadora incansable de la Verdad: “Ande la verdad en vuestros corazones… y veréis el amor que estamos obligadas a tener a los prójimos” (Libro Camino de perfección 20, 4). 

 

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