Reflexión Evangelio

Domingo 29 de septiembre 2024, 26° durante el año.

Mc 9, 38-43. 45. 47-48

Por: Pbro. Ramón Tapia, Diócesis de Valparaíso.

DOMINGO 26. San Marcos 9, 38-43.45. 47-48

EVITAR LAS OCASIONES DE PECADO

No es de los nuestros dicen hoy los discípulos y esa actitud a ustedes y a mí nos puede llevar a creernos mejores que los demás, más buenos y caer en discriminaciones, intolerancias.  Nuestra soberbia nos puede llevar a pretender ocupar el lugar de Dios y da por condenado a quien no se somete a sus pautas, no bebe de su espíritu o no se acomoda a su saber y entender. Como dice el Papa: “En cambio, el amor que es auténtico, que ayuda a crecer, y las formas más nobles de la amistad, residen en corazones que se dejan completar. La pareja y el amigo son para abrir el corazón en círculos, para volvernos capaces de salir de nosotros mismos hasta acoger a todos”

Siguiendo el evangelio de hoy Jesús dice que si tu mano, tu ojo y tu pie es para ti ocasión de pecado córtalo, para que puedas entrar en el Reino. Jesús lo expresa muy gráficamente pero, no para que sea literal. Aquí cortar el ojo, el pie o la mano significa evitar las ocasiones de pecado.

 Si tu mano es para ti ocasión de pecado, dirígelo. Domínalo, sánalo. Es necesario que mi mano sirva para el bien, el bien personal y el de los demás. La mano nos sirve normalmente para trabajar, para hacer cosas. En el trabajo puedo pecar porque no hago bien el trabajo o porque soy violento con las personas o las cosas. También con la mano manejo. O sea si tu trabajo te hace pecar cámbialo o hazlo de otro modo. Si tu trabajo te aleja de Dios es bueno cortar, cambiar. La mano también me puede llevar a la violencia.

Si tu ojo es ocasión de pecado córtalo. El ojo es el signo de lo que vemos y lo que sentimos porque por los ojos entran los sentimientos y se llega al corazón. A veces hay que cerrar los ojos a la maldad (salmo: cierro mis ojos para no ver la maldad y no me dañe) pero sobre todo cortar con sentimientos y actitudes que condicionan mi vista, mi mirada sobre los demás. San Juan en su carta habla de la concupiscencia de los ojos: es la exagerada curiosidad de querer verlo todo y olvidar que hay películas, teleseries, libros o miradas que me ensucian el corazón y me pueden llevar a pecar.

Si tu pié es ocasión de pecado, córtatelo. Con el pié o los pies uno camina, se desplaza, viaja. Es decir que si tus viajes, tus desplazamientos te hacen pecar cambia tus pasos, cambia de rumbo no sigas esos pasos. Si alguno de ustedes sus viajes lo llevan a olvidar su familia, olvidar a los enfermos. Los viajes me pueden hacer evadirme de mi realidad, correrme de los problemas.

Jesús nos dice esto porque sabe que somos débiles y que si nos exponemos a las ocasiones de pecado podemos llegar a pecar. No podemos abusar de nuestras fuerzas. El que cae en el pecado de la murmuración tiene que evitar las conversaciones de personas que hablan mal de otros. El que cae en un vicio debe evitar las ocasiones porque no tiene la fuerza para no caer. Los padres espirituales dicen que debemos huir de las ocasiones de pecar; parece ser cobardía pero es al revés, es valentía de salirse de los peligros de pecar.

Oremos: Señor Jesús que tu Palabra impregne nuestra alma y nuestro cuerpo para que no nos dejemos llevar por criterios puramente humanos sino por el Espíritu santo que nos santifica. Amén.

Por: P. Julo González C., Pastoral de Espiritualidad Carmelitana. 

VIGÉSIMO SEXTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 (Año par. Ciclo B)

Lecturas bíblicas:

Abrimos nuestra Biblia y buscamos estas lecturas del próximo Día del Señor:

a.- Nm. 11,16-17. 25-29: ¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta!

b.- Sant. 5, 1-6: Vuestra riqueza está corrompida.

c.- Mc. 9, 38-43. 45. 47-48: El que no está contra nosotros está a favor nuestro.

– “Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre…y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros” (Mc. 9, 38ss).

El evangelio que leemos tiene dos secciones: la primera se refiere, al uso del Nombre de Jesús (vv. 38-40), la segunda, acerca del escándalo propio y ajeno (vv. 42-50) que hemos de evitar en todo momento. Mientras Josué, pide a Moisés prohibir a dos que comenzaron a profetizar, en la primera lectura, además, de los otros que habían ido a la tienda a recibir el espíritu de Yahvé, vemos que, en el fondo, se quiere monopolizar el poder recibido de Dios, cosa imposible porque es ÉL, quien designa a quien se lo concede con largueza y magnanimidad. En el evangelio, encontramos a uno que hace exorcismos en Nombre de Jesús, pero el apóstol Juan, se lo quiere prohibir porque “no anda con nosotros” (v. 38). Nuevamente encontramos el celo exclusivista, estrechez de espíritu, deseo de monopolizar el carisma. Apertura y tolerancia, es lo que vemos en la actitud de Moisés (cfr. Nm. 11, 28-29), lo mismo hace Jesús: “Pero Jesús dijo: «No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros.» (vv. 39-40). Se cumplen las palabras del profeta: “Sucederá después de esto que yo derramaré mi Espíritu en toda carne. Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Hasta en los siervos y las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días.” (Joel 3,1-2). Es propio de los tiempos mesiánicos, la efusión del Espíritu, como Pentecostés, fundación de la Iglesia, como comunidad abierta y misionera para con todos los hombres que buscan la verdad. Los apóstoles, se creían dueños de todo lo que se relacionará con Jesús, incluidos sus poderes, más aún, depositarios únicos de su Nombre, misión, evangelio. Pero Jesús, su evangelio, el Reino de Dios, el carisma de la predicación y exorcismo, no son monopolio de nadie, pertenecen a la Iglesia (cfr. 1 Cor. 12,4-11). Jesús está formando a la comunidad de los Doce, pero tampoco deja de instruir a las gentes. Esto provoca en los apóstoles, la idea equivocada de gozar de una relación exclusiva con Jesús, lo que traía una separación entre los que estaban con ÉL, y los de fuera del grupo. El exorcista, en cuestión no pertenecía a los Doce, pero actuaba en el Nombre, con el poder de Jesús, no debía realizar tales obras, según el apóstol Juan. Hablamos entonces del discipulado, más que un privilegio, como de un servicio; más se trataría de pertenecer a una clase, que de una universalidad. Le falta la experiencia angular de mirar su condición y la de sus compañeros más en clave de misión evangelizadora; Juan, defiende una postura, más que difundir una enseñanza, considerar lo que es o significa ser discípulo de Jesús, y lo recibido de ÉL. La corrección que hace el Maestro es muy sabia: si ese hombre exorciza en su Nombre y con su poder es porque está en comunión con ÉL, a la hora de vencer a Satanás. El que invoca ese poder necesariamente debe estar en comunión con ÉL, por lo tanto, no puede ser enemigo suyo, que siga trabajando por el Reino de Dios, aunque no pertenezca al grupo de los Doce. Toda esto revela que Jesús de Nazaret, posee sentido común, sabiduría, abierto a la diversidad, expresión de un sano pluralismo. 

– “Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen…” (Mc. 9, 42ss).

La segunda sección (vv.42- 47), se abre y cierra con una sentencia muy positiva (vv. 41. 50), para luego continuar con una serie de sentencias amenazadoras contra el escándalo, que bien entendidas, poseen un carácter preventivo (vv. 42-50). Si bien, el bondadoso gesto de dar de beber es humilde en sí, su significado crece si consideramos que el agua en esa cultura era un bien preciado, porque muy escaso. Lo que cuenta es la motivación, hacerlo por el Mesías, por ser de Jesús (v.41); se sugiere el precioso carácter interior de este gesto de vida y bondad del corazón del hombre de fe. El escándalo, sin embargo, es sembrador de muerte, lo mismo, que ser ocasión de pecado (vv. 41.42.45.47). La severidad del discurso por parte de Jesús habla de la gravedad del asunto. Quien limita o bloquea el camino de fe de los pequeños, miembros de la comunidad, hombres y mujeres sencillos, que han comenzado un camino espiritual de fe, recibe palabras muy duras de parte de Jesús. La gravedad de la pena, aplicada al culpable, habla de la gravedad del escándalo. Los ejemplos de la mano, símbolo de la acción, el pie, del movimiento y el ojo, ventana del mundo interior, y el “más te vale”, viene a significar, la vida eterna, la comunión con Dios es un bien incomparable, bien supremo: es mejor obtenerlo, aunque estemos mutilados o privados de alguno de esos bienes corporales, antes que permanecer sanos e ir a la perdición eterna. Bien entendido, se refiere a que si la mano, el pie y el ojo pecan, es porque están siendo regidos, por una razón y voluntad enfermas. Hay que ir a las causas profundas, de nada vale serviría privarse de estos miembros, hay que intervenir en la raíz del problema. La conversión, es de todo el ser humano, comenzando por la voluntad, la mentalidad y el corazón. La mención de la sal se refiere a saber darle gusto, sentido sabiduría a la propia existencia cristiana y eclesial.

Lectura mística de la Doctora S. Teresa de Jesús, nos invita a la alegría propia de la fe, de creer en Cristo, y vivir para velar por sus intereses. “Alégrate, ánima mía, que hay quien ame a tu Dios como El merece. Alégrate, que hay quien conoce su bondad y valor. Dale gracias que nos dio en la tierra quien así le conoce, como a su único Hijo. Debajo de este amparo podrás llegar y suplicarle que, pues Su Majestad se deleita contigo, que todas las cosas de la tierra no sean bastante a apartarte de deleitarte tú y alegrarte en la grandeza de tu Dios y en cómo merece ser amado y alabado y que te ayude para que tú seas alguna partecita para ser bendecido su nombre, y que puedas decir con verdad: Engrandece y loa mi ánima al Señor.” (Exclamaciones 7,3).

     

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