Agradecer y pedir por otros. Fe, consuelo y esperanza. Testimonios de peregrinos en la Fiesta de Lo Vásquez.
Cada 8 de diciembre, cientos de peregrinos se trasladan a pie, en bicicleta, a caballo, en auto, micro o cualquier otro medio de transporte hasta el santuario de la Purísima de Lo Vásquez para expresarle su cariño a La Madre. Con mucha fe y devoción, van a agradecerle y/o pedirle su intercesión, protección y compañía.
En este sentido, Monseñor Jorge Vega, Obispo de la Diócesis de Valparaíso, destaca que los peregrinos siempre van a pedirle a la Virgen su intercesión por otros, por un tercero, ya sea un familiar, un vecino, un amigo o un hermano de comunidad que esté enfermo, desempleado, o se encuentre atravesando una situación difícil. “Siempre piden por otro y nunca por ellos mismos”, sostiene. Y agregó que este año conversó con peregrinos de Antofagasta, Chillán, de la región metropolitana y de la región de Valparaíso.
Es así que conocimos testimonios de padres que fueron a pedirle a La Purísima que acompañe a sus hijos en sus estudios y trabajos, también, muchos peregrinos que fueron a agradecerle por el trabajo, la familia y la salud. Más de un millón y medio de historias, experiencias y encuentros entre los peregrinos y La Madre.
Carlos Bustos, de Huechún, Melipilla, por ejemplo, comparte que “todos los años venimos a caballo a pagar las mandas, es una manda que tenemos todos los amigos y familiares, la Virgen nos acompañó en el viaje y gracias a Dios tuvimos buen viaje hasta acá. Siempre venimos, es bonito”.
También, César Rodríguez, profesor del colegio Siembra, de Puente Alto, comentó que “siempre paso cuando vengo en auto, pero peregrinando es mi tercer año, en bicicleta, así que es un bonito peregrinaje porque es un momento especial para la comunidad cristiana de encontrarse con nuestra Madre y recordar que la espiritualidad también está presente, pese a que hay tanto individualismo. Traje una cajita con intenciones, al principio eran poquitas, pero se fueron sumando muchas y durante el Mes de María fueron sumando todos los niños, kínder, pre-kínder, sus deseos, pese a que no es un colegio católico, pero muchos quisieron sumarse y han ido colocando sus oraciones. Entonces la idea es dejársela allá y que obviamente el Señor es quien concede los favores, que intercede. Muchos de los que han escrito el año pasado ahora escribieron para dar las gracias porque sí la Virgen les concedió sus deseos, así que mi familia también, los menos creyentes también escribieron sus oraciones”.
Rosa, de El Olivar, expresó que “vengo a agradecerle a la Virgen porque llevo cinco años con un cáncer de mama y estoy bien y lo único que le pido es que me devuelva mi casita, porque salimos con lo puro puesto, arrancamos en el incendio de febrero”.
Asimismo, Eugenia Faccio, su esposo Ramón Acuña y su hijo Víctor Acuña, compartieron su historia. “Venimos siempre, cuando estaba embarazada fui asaltada y me golpearon la guatita, y el niño nació golpeado él, le dieron un día de vida, yo me lo robé del hospital, estuve presa un día para poder salvarlo y se lo traje a la Virgencita y me abrieron el camino, y en el hospital me decían que era Moisés, y de ahí que yo no puedo dejar de venir. –Hoy su hijo Víctor tiene 30 años-. Yo llevo 20 años quemada y me salvaron la vida, mi esposo igual, estamos quemados los dos. Es dura la vida, pero la Virgencita nos ayuda. Soy muy creyente en Dios y en la Virgencita y nadie me puede cambiar eso, la fe mueve montañas y es verdad, el dinero no sirve de nada, cuando el niño se enfermó teníamos de todo, estuvimos botados en la calle y la Virgencita nos dio la oportunidad de estar viviendo en casa de nuevo, sabemos lo que es estar arriba y lo que es estar abajo, pero lo más importante es lo que la Virgencita nos dio porque ella sufrió por su hijo y eso es lo más importante”.
Voluntarios
Ignacio Mora, de Concón, es voluntario en La Cruz Roja y compartió su experiencia. “Mi mamá también era de La Cruz Roja y venía hartas veces a La Virgen porque quería ayudar a la comunidad esencialmente y a la gente que le podía pasar algo, y yo voy a seguir sus pasos hasta el cajón. La Virgen me recibió bien, harta felicidad y querer ayudar, vengo a agradecerle que me dio una familia bonita, me gustaría venir toda la vida porque igual es bonito”.
Efren Friguera, de La Cruz Roja también, expresó: “Soy venezolano, vivo hace 8 años en Concón, soy voluntario en La Cruz Roja y también ayudo a organizaciones migrantes en Chile. Esta experiencia ha sido muy buena, siempre estamos colaborando con el público que lo necesita, que viene a cumplir sus promesas, estamos para ayudar y aportar a Chile”.
El testimonio de estudiantes de la Escuela de Formación Diaconal “Felipe Diácono”
Para los integrantes de la Escuela de Formación Diaconal “Felipe Diácono”, de la Diócesis de Valparaíso, también fue una positiva experiencia haber prestado servicio en la Fiesta de la Virgen de Lo Vásquez. Su director, Diácono Leonardo Ruz, destacó que “para nuestra Casa de Formación Diaconal el venir a servir a nuestra Iglesia en el acompañamiento de los peregrinos que visitaron a su Madre Virgen en Lo Vásquez fue un aliciente para reforzar el llamado del Señor al servicio del hermano que está buscando fe, paz, amor, esperanza. Hemos sido testigos del paso del Señor por la vida de tantos de nuestro pueblo a través de la maternidad de María. Los estudiantes me decían lo profundo de la experiencia, cómo se van con el alma llena de nombres, rostros, miradas por quienes orar”.
Enrique Cabrera, estudiante de la Escuela de Formación Diaconal, expresó que “en lo personal, fue una hermosa experiencia emocional y de crecimiento espiritual, porque el Señor y Nuestra Madre me mostraron muchas cosas que desconocía de esta celebración de fe en la advocación de Nuestra Señora Purísima de Lo Vásquez…..le ofrecí todo mi cansancio a la obra de Dios y comprendí que en este proceso de formación cada día vamos aprendiendo cosas para enriquecer nuestro llamado a servir……sólo me queda dar gracias a Dios por darme esta hermosa oportunidad de dar todo hasta el cansancio”.
También, otro estudiante, Ismael Contreras, calificó como “muy bonita experiencia” y agradeció la oportunidad de servir en la Fiesta Religiosa diocesana.
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