
Columna de Mons. Jorge Vega publicada el martes 22 de abril en El Mercurio de Valparaíso.
El mundo llora la partida del Papa Francisco en medio de la alegría de la Pascua. Desde un primer momento, la elección del Cardenal Bergoglio a la Sede de Pedro no dejó indiferente a nadie. El 13 de marzo de 2013 una trémula voz anunciaba: “Habemus Papam”. Nuevos tiempos se vieron venir apenas fue público su nombre. Francisco era el nuevo Papa.
Su modo de comprender la figura papal se leyó rápidamente en sus gestos. Se inclinó ante la multitud reunida esa tarde en la Plaza, mientras todos los presentes –a petición suya– oraban por el nuevo Obispo de Roma. Insistió en pagar –como cualquier pasajero– la factura de la casa que hasta entonces lo albergaba en Roma. Quiso continuar como sencillo pastor con olor a ovejas.
Su sueño de una Iglesia pobre y para los pobres quedó marcado por su primer viaje apostólico a Lampedusa, la isla de los inmigrantes, la puerta de Europa. En sus casi doce años como Sucesor de Pedro realizó 47 visitas apostólicas por los cinco continentes. Todos sus viajes han llevado el sello del anuncio de la paz y la fraternidad entre los pueblos.
Su magisterio ha sido muy amplio. Desde un comienzo, su predicación insistió en la Misericordia de Dios. Convocó un Año jubilar extraordinario en 2016 para subrayar que Dios “nunca se cansa de perdonar”. En la línea de la misericordia, Francisco puso aún mayor énfasis en la lucha contra la corrupción en la Iglesia, poniendo en el centro a las víctimas. Afrontó los escándalos suscitados por los abusos sexuales del clero, promoviendo una cultura de prevención y protección de la infancia y de las personas vulnerables en las comunidades eclesiales. Reformó el Código de Derecho Canónico para dar respuesta efectiva, desde un punto de vista penal, a la lacra de los abusos en la Iglesia.
Chile no olvidará la visita que hiciera en enero de 2018. El Papa demostró, en un gesto de humildad, que podía estar errado en su percepción sobre la situación de abusos sexuales, de conciencia y de poder que había en medio nuestro. Estableció una misión de investigación como no se había hecho hasta entonces. Convocó extraordinariamente a la Conferencia episcopal de nuestro país, y exigió que se tomaran acciones proporcionadas a la gravedad de la situación constatada.
Con la colaboración de un grupo de Cardenales, el Papa Francisco llevó a cabo un proceso de reforma de la Curia Romana. El hilo conductor de dicha reforma fue la conciencia de que la tarea primordial de la Iglesia es la evangelización de todos los pueblos. Todo órgano en el Cuerpo eclesial debe estar animado por este aliento misionero.
En los últimos años, puso en movimiento a toda la Iglesia a través del Sínodo sobre la sinodalidad, involucrando la participación de todo el Pueblo de Dios. Previamente, el Papa había recogido los frutos de los Sínodos, impulsando una nueva evangelización, particularmente en el ámbito de la familia y la juventud.
Demos gracias al Buen Padre Dios por el Papa Francisco, por el Pastor Universal que nos concedió para estos tiempos. Jesús, que lo llamó a su Compañía en sus años de juventud, lo reciba ahora en su Eterna Amistad, y le conceda la Paz definitiva que buscó sembrar en su paso terrenal. A nosotros, que lloramos su partida, nos dé consuelo en estas horas y la fuerza de Su gracia para que el sueño de Iglesia y de mundo que tuvo Francisco se haga realidad.
+ Jorge Patricio Vega Velasco, svd
Obispo de Valparaíso

Visto 96 veces, 10 vistas hoy