
Encuentro se enmarcó en visita de la religiosa y el equipo de ACN- Chile a la diócesis para brindar charlas sobre su testimonio de fe.
El jueves 19 de junio, Mons. Jorge Vega Velasco, Obispo de la Diócesis de Valparaíso, y Mons. Mario Salas Becerra, Obispo Auxiliar de la Diócesis de Valparaíso, recibieron a la Hermana Gloria Narváez y a una delegación de la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia que Sufre ACN – Chile.
La religiosa fue secuestrada en Mali por un grupo yihadista vinculado a Al Qaeda, allí vivió 4 años y 8 meses en cautiverio, tras recuperar su libertad, apoyada por la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia que Sufre, comparte su testimonio de fe en distintos lugares. Fue así que visitó nuestra Diócesis de Valparaíso, en donde ofreció dos charlas, una en la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, en Viña del Mar, y otra en el colegio Montemar, en Concón. En este contexto, los obispos de Valparaíso la invitaron a compartir un momento de fraternidad y agradecerle por su compromiso en el anuncio del Evangelio.
Mons. Jorge Vega destacó que “estos días la diócesis de Valparaíso recibe una bendición de recibir a la Hermana Gloria Narváez, ella es colombiana, pero fue muchos años misionera en Mali, allí fue raptada por muchos años y tuvo una experiencia muy fuerte, muy intensa, ya fue liberada, está en su tierra, pero visitó nuestra diócesis invitada por la organización La Iglesia que Sufre. Es una visita que verdaderamente para nosotros es una bendición y nos ayuda a abrir nuestros ojos a la realidad del mundo, lo que viven otros pueblos cristianos en otras latitudes del mundo, creo que es una bendición para nosotros”.
Por su parte, Mons. Mario Salas expresó que “primero, agradecer a Dios poder haber compartido con ella, yo sabía que estaba en Chile. Fue muy bonito poder escuchar su testimonio de misionera, conocemos su historia dramática pero cuando uno comparte la vida con religiosas como ella o religiosos uno se da cuenta de que sintonizamos y curiosamente ella, como también Monseñor Jorge Vega y también quien habla hemos tenido la experiencia de pasar por África, ella dramáticamente en su cautiverio, pero fue una bonita experiencia escucharla y también de ver su paz, me llamó mucho la atención su tranquilidad, cómo iba contando su testimonio, y eso nos anima a seguir trabajando por el Reino de Dios sabiendo que Él nunca nos abandona, así que me quedo con eso”.
La Hermana Gloria Narváez manifestó que “fue una gran alegría compartir porque los señores obispos también han tenido su experiencia fuerte en Angola y de verdad que estas experiencias de vivir en África nos humanizan, nos evangelizan y nos dan una visión diferente, el vivir esa experiencia nos ayuda a tener más fe, a vivirla más enraizada en las culturas y a entender toda esta situación que se vive en África, eso nos ayuda a tener esa cercanía con el pueblo de Dios y de acompañarlos en su sufrimiento, ha sido una gran experiencia, la gente es muy cercana, muy llena de Dios, con mucha esperanza y eso es muy lindo porque eso contagia. Así que muy agradecida, que Dios los bendiga y con ese compromiso grande de rezar por la diócesis, para que el Señor les regale muchas vocaciones y que los laicos estén muy comprometidos sobre todo el amor a Jesús Eucaristía y a María Madre Santísima”.
Loreto Prado, de la Fundación Ayuda a la Iglesia que Sufre ACN- Chile, agradeció la invitación de los obispos y resaltó que están disponibles para colaborar con la iglesia chilena. “La verdad que muy agradecida, estamos muy agradecidos por la invitación que nos hicieron los obispos porque fue una invitación que nació de ellos, de las ganas de conocer a la Hermana Gloria, de recibirnos acá. Para nosotros es muy importante estar acá porque también nuestra fundación ayuda a 130 países y Chile también estamos acá, es un país que tiene oficina y estamos para servir a la Iglesia chilena, entonces la comunicación, el contacto, el trabajo en conjunto con la Iglesia chilena para nosotros es súper importante, nada más que agradecer y encuentro que es una muy buena oportunidad, el encuentro fue precioso, la conversación y cómo la hermana fue compartiendo experiencias con Monseñor de su experiencia en África, la verdad encuentro que fue muy enriquecedora, tanto para ella como para todos nosotros”.



Un testimonio de la confianza en que Dios no nos abandona
En sus encuentros con las comunidades en la Diócesis de Valparaíso la hermana Gloria Narváez compartió su testimonio de cómo la fe y la confianza en el Señor la sostuvieron durante los años que estuvo en cautiverio. “Permanecí casi 5 años encadenada, maltratada físicamente y psicológicamente, fui sometida a tantos peligros en el desierto (…), siempre con la metralleta en la cabeza, (…) palabras hirientes que yo jamás había escuchado y con tristeza miraba a muchos niños de 7 y 8 años que eran los que manejaban las armas modernas, los más violentos, ver una sociedad que no invierte en educación eso me daba más tristeza. En todo ese tiempo no estuve sola, estaba con una señorita suiza que tenía otra religión, también una francesa y una de Canadá, cuando estábamos las cuatro juntas nos ayudábamos, aunque no nos podíamos comunicar, no podías comunicarte con nadie, era mal visto, ni llorar menos. Muchas preguntas de ¿por qué esto Señor? ¿por qué me has abandonado? Pero al paso del tiempo yo iba viendo cómo el Señor nos iba acompañando en ese caminar, iban surgiendo Ángeles de la Guarda que nos daban un pedazo de pan, nos pasaban un poco de agua, nos ayudaban. Entonces yo veía la grandeza de mi Dios, como decía San Francisco de Asís “si te azotan, bendícelos, y que nadie se vaya sin mirar tus ojos de misericordia”, yo viví esa experiencia. (…) Hice mi escuela de oración en medio del silencio, de comunicación más íntima con el Señor, la naturaleza me ayudaba, el poder contemplar ese sol que era como una bola de fuego, la luna, las estrellas, todo eso me ayudaba a serenarme. Yo misma dibujaba un cáliz en la arena y eso me ayudaba en esa experiencia de unión espiritual, me fortalecía el Santo Rosario, un Ave María era como el arma y la coraza, apartaba de mí el mal que nos querían hacer (…)”.
































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