“El amor a Dios Nace, Vive y se comparte en Familia”

A continuación, compartimos el Mensaje que la Pastoral Familiar Diocesana preparó con motivo de celebrarse el Mes de la Familia.

 

Estimados hermanos y hermanas:

 

El año ha pasado rápidamente y nos encontramos pisando el umbral del mes de octubre. Pero este año tiene un sabor distinto, y motivos hay de sobra. Primero, en Septiembre se celebró en USA, la Asamblea Mundial de la Familia, en el mes de octubre se celebrará el Sínodo tan esperado que va dirigido especialmente a tratar temas de familia, y como broche la actividad anual y que todo los años celebramos, el Mes de la Familia.

 

Hitos importantes que dejan de manifiesto la preocupación de nuestra Iglesia por todas las familias, especialmente las que claman ser atendidas y amparadas.

 

En este mes de Octubre, mes de la Familia, bajemos la mirada y afinemos nuestros sentidos para Escuchar. Seguramente nos daremos cuenta de que hay muchas familias que gritan desde el alma y que requieren una respuesta de amor.

 

Frente a estas necesidades que son grandes desafíos, muchas veces nos preguntamos ¿cómo hacerlo? Nos sentimos incapaces de acoger a tantos y con dolores y desesperanzas tan profundas, y bajamos los brazos, y seguimos celebrando el Dios de la vida, pero sin mirar la vida, la realidad.

 

Como decíamos estas verdades necesitan una respuesta de amor, hay tanto que hacer por las familias, inclusive la nuestra, porque a veces nos preocupamos tanto de los alrededores, que olvidamos nuestro propio hogar.

 

Los invitamos a que este mes de Octubre, abramos nuestros oídos del corazón para Escuchar lo que nuestro Padre Dios quiere que escuchemos. Él va a lo pequeño, a lo humilde y sencillo, a pequeñas pero extraordinarias cosas.

 

¿Qué podemos hacer? Por ejemplo, volver a la mesa, esto no es fácil en este mundo consumidor de tiempo, pero hagamos el esfuerzo de hacerlo los domingos de este mes de Octubre, para compartir la vida, lo que somos y tenemos y estrechar vínculos, para que afloren los afectos y todos nos sintamos importantes y amados en nuestro hogar.

 

También dejemos que afloren los gestos de ternura y regalemos un cariño, una atención, un te quiero. Eso es todo lo que necesitamos para sentirnos amados e importantes. Seamos acogedores con los que nos visitan, para que se sientan bienvenidos y así experimenten la calidez de nuestro hogar.

 

Podríamos gastar páginas y páginas nombrando los gestos que podríamos tener para hacer más alegre la vida de los que nos rodean y vivan en plenitud.

 

Tenemos la plena convicción que cada uno sabe qué hacer para amar, porque amar es una decisión.

 

Comisión de Pastoral Familiar

Valparaíso

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