En la Parroquia San Felipe Neri de Villa Alemania, sede de la Escuela Diaconal Felipe Diácono, se celebró este viernes 10 de agosto el Día del Diácono Permanente. Durante la Misa los diáconos renovaron sus promesas diaconales.
La Eucaristía fue presidida por Mons. Pedro Ossandón, Administrador Apostólico de la Diócesis de Valparaíso. También estuvieron presentes Mons. Gonzalo Duarte, obispo emérito de Valparaíso, el padre Roberto Pinto, Delegado Episcopal para el Diaconado Permanente, sacerdotes, diáconos, estudiantes de la Escuela Diaconal, sus familiares y feligreses de varias de las comunidades donde ellos colaboran.
Al iniciar la Misa, el padre Roberto le presentó al padre Pedro los estudiantes de la escuela Diaconal y a los diáconos presentes en los diversos decanatos de la Diócesis.
En su homilía, Mons. Ossandón agradeció el servicio que ellos prestan y recordó que este ministerio está desde el inicio de la Iglesia. Un Diaconado que se une al sacramento del orden de Jesucristo servidor.
“¿Qué podemos decir hoy de los diáconos permanentes? Este sacramento se recibe en el sacramento del matrimonio para recordarnos que la Iglesia no es sólo la Iglesia física sino que el Diaconado Permanente nos recuerda que está presente en la vida familiar. Cada uno de los hogares de ustedes es un santuario, es la Iglesia misma presente en la familia, ahí es Señor está vivo y presente. Esta vocación les ayuda a crecer en su familia, en la relación conyugal y en su responsabilidad como padres”.
Además, señaló que “la diaconía se vive en el servicio desde un llamado a la radicalidad del Evangelio. La crisis de la Iglesia nos ha recordado que no es posible ser cristianos en la tibieza. No olvidemos que cuando se aburguesa la fe, en la vida cristiana entra con fuerza la tentación y la caída en el pecado”.
“Ustedes los diáconos nos recuerdan que la vida cristiana no se aburguesa y lo peor que le puede pasar a un ministro es creer que el ministerio se le ha regalado para el beneficio particular”.
Finalizó su homilía agradeciendo especialmente a las esposa e hijos de los diáconos que han hecho un acto de generosidad y de entrega total.
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