Muchas expresiones de amor y agradecimiento por lo que significó la vida del Padre Pepo Gutiérrez en cada uno de los presentes, fue lo que marcó la despedida que se le realizó esta mañana tanto en la Eucaristía en el Monasterio de las Carmelitas en Viña del Mar, como en el recorrido hacia el Cementerio Parroquial de Caleta Abarca y en el camposanto mismo, ocasión en que a viva voz los que quisieron recordaron diversos momentos en los que fueron marcados por el testimonio del Padre Pepo.
Desde temprano empezaron a llegar personas hasta el Monasterio, familiares, personas de las comunidades donde él sirvió, amigos de la vida, autoridades civiles, sacerdotes, diáconos, religiosas y seminaristas. Todos con tristeza por ver partir al amigo, pero contentos por haber conocido a este sacerdote que entregó su vida por sus hermanos y hermanas, por los Derechos Humanos, para que todos pudiéramos vivir en un mundo mejor.
La fotografía que encabeza esta nota muestra una cartulina en la que personas que asisten al Comedor 421 de La Matriz, que él creó, expresaron su cariño por el Padre Pepo.
La Misa fue presidida por Mons. Leopoldo Núñez, Vicario General de la Diócesis de Valparaíso, quien en su homilía dijo que hoy despedimos a este hermano nuestro en la fe. “Como testigo de la fe sirvió plenamente al camino del Señor. Lo vimos haciendo clases en la Universidad, trabajando en Achupallas junto a Alfredo Hudson, compartiendo todo el quehacer de las nuevas comunidades acompañándolos en la Palabra del Señor”.
“Pepo perteneció a un grupo de sacerdotes con un compromiso social muy fuerte. Junto a don Carlos Camus, a Mariano Puga aquí presente, que tuvieron una visión de Patria que ellos querían defender y llevar adelante no exenta de consecuencias personales. Pepo durante el gobierno militar tuvo que sufrir muchas dificultades, muchos interrogatorios, pero jamás en su vida personal él manifestó dolor, rencor o revanchismo. Eran etapas de la vida que él había enfrentado y que las asumía como parte de su compromiso, pero el deber de anunciar al Señor era más fuerte”.
“A nosotros, los sacerdotes, siempre nos mostró un camino de alegría y esperanza. Nos sacaba de nuestras seguridades y nos hablaba de que había caminos distintos que se podían recorrer. Don Francisco de Borja Valenzuela, obispo de Valparaíso le encomendó a él la tarea de llevar la Parroquia de La Matriz. Ahí él descubrió que había mucha gente y muchas necesidades y él descubre una nueva dimensión de la pobreza y del hambre, la necesidad de salir al encuentro de aquellos que no tenían lo mínimo indispensable para sobrevivir. Por eso la creación del Comedor de La Matriz fue un acierto más dentro de su búsqueda de poder encontrar al hermano que tenía hambre y que necesitaba comer”.
“Él vivió para Dios, caminó de la mano del Señor dando testimonio de esperanza de la cual él descubría al Señor presente. Testigo confiado de la Palabra del Señor. Damos gracias al Señor por su testimonio, su vida. Hoy a pesar de la nostalgia, lo despedimos con la confianza plena que el Señor lo ha invitado a su Reino”.
Al finalizar la Misa, sacerdotes sacaron el ataúd del Padre Pepo momento en que todos los presenten reconociendo el legado del Padre Pepo entregaban un gran aplauso. Varios de los presentes acompañaron al Padre Pepo en su camino al cementerio, fueron caminando por calles de Recreo mientras mezclaban su canto con palabras de gratitud. Al llegar al mausoleo familiar, diversas personas compartieron sus recuerdos del padre Pepo, los que quedarán por siempre en nuestros corazones.
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