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Prevención de Abusos

CONSEJO DIOCESANO PARA LA PREVENCIÓN Y ACOMPAÑAMIENTO DE VÍCTIMAS

Para la recepción de denuncias y acompañamiento de víctimas puede contactarnos a:

 acogidayescucha@gmail.com


Miembros del Consejo Diócesano de Prevención


PRESIDENTE:
Dr. Plácido Fuentes Ruiz
RECEPTORA DE DENUNCIAS:
Sra. Alicia Sanhueza Estay
COORDINADORA DE CAPACITACIÓN:
Sra. Marilyn Caballero Díaz
COLABORADORES:
Dr. Juan Pablo Faúndez Allier
Hna. María Gabriela Pastorino

Dirección de correo electrónico:
secretaria.prevencionvalpo@gmail.com
Número de contacto: +569 3912 4630


MISIÓN PASTORAL

1. El Consejo diocesano para la prevención y acompañamiento de las víctimas es una institución eclesial que tiene como misión implementar la institucionalidad mínima diocesana para la prevención del abuso sexual y protección de los menores de edad (LG 102-104). Ella nace por mandato de la Conferencia Episcopal de Chile.

2. La nueva situación eclesial marcada por los casos de abusos de poder, de conciencia y sexuales ha llevado a reflexionar con más fuerza la necesidad de un cambio de modelo eclesiológico. Dicha transformación se orienta a ser una “Iglesia en salida” e Iglesia “hospital de campaña”. Esto se entiende a partir de lo siguiente. Así como Jesús fue el enviado al mundo como mediador entre Dios y los hombres (cfr. AG 3), así la Iglesia es enviada a “ir y hacer que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo lo que les he mandado” (Mt 28, 19-20). Es, por tanto, mandato del Resucitado ir a predicar y salir. Así lo manifiestan diversas escenas bíblicas que hablan del dinamismo de salida, como por ejemplo la de Abraham (cf. EG 20-23). A esto se le suma otra dimensión cristológica: la curativa. La misión pastoral del Consejo Diocesano de prevención de abusos se fundamenta en Cristo, el Buen Samaritano (cfr. Lc 10, 25-37). Según esta imagen, Cristo se identifica con el samaritano que, viendo las heridas del hombre en el camino, no pasa de largo, sino que se detiene por la fuerza de la misericordia y la ejerce, haciéndose prójimo con él, con acciones concretas de misericordia: parar, mirar, tocar, curar con aceite y vino y llevar al hostal/hospital de caminantes para la recuperación del herido, es decir, ser una Iglesia “hospital”. Al mismo tiempo, Cristo se identifica con el herido del camino, lo que la mirada hacia éste cambia significativamente. De esta manera, la Iglesia sirve a Cristo en el huérfano, en el desnudo, en el hambriento, en el abusado. En resumen, los gestos del Buen Samaritano fueron acoger la vulnerabilidad del herido en el camino, reconocerlo como prójimo y reparar sus heridas y su condición de impuro.

3. Con los principios de misericordia, la Iglesia está invitada a un cambio en su modo de auto comprenderse, en sus procedimientos y en sus actitudes. Una Iglesia que sea capaz de abrir las puertas que la encierran en sí misma y la hace salir al encuentro del herido por el pecado efectuado por ministros e integrantes del Pueblo de Dios. Una Iglesia divina y humana a la vez que camina junto a los otros desde su verdad. Su servicio es, por tanto, crear e instalar una cultura del cuidado y de la prevención, portando y aplicando el remedio de la verdad, del buen trato, del perdón y la reconciliación. Ser “Iglesia en salida” es salir y ponerse en el lugar de las víctimas de todo tipo de abusos. “La doctrina, o mejor, nuestra comprensión y expresión de ella, “no es un sistema cerrado, privado de dinámicas capaces de generar interrogantes, dudas, cuestionamientos”, ya que las preguntas de nuestro pueblo, sus angustias, sus peleas, sus sueños, sus luchas, sus preocupaciones, poseen valor hermenéutico que no podemos ignorar si queremos tomar en serio el principio de encarnación»”. (Carta del Papa Francisco a la Iglesia que peregrina en Chile, 5).

4. En esta misma idea, el Papa emérito Benedicto XVI, ya lo había señalado en su Carta a la Iglesia en Irlanda, formulando tres principios que debe regir el trabajo contra la cultura de los abusos de los clérigos: curación, renovación reparación. Estos tres elementos como base de la misión en cuanto consejo se concretan en tres tareas fundamentales: acoger denuncias, contribuir a la prevención y proveer acompañamiento a las víctimas (LG 104). Esto no solo corresponde a gestos concretos de justicia y de reparación, sino que también favorecerán un cambio de cultura eclesial y de su entorno, así como la de crecer en una nueva etapa eclesial: ser una comunidad sanadora, capaz de ocuparse de las víctimas sin descuidar al victimario, así como la de generar espacios de confianza lúcida, transparencia, respeto y verdad. De esta manera la Iglesia se auto comprenderá a la luz de Cristo como una Iglesia Samaritana.

5. El consejo asesor del Obispo en materia de prevención de abusos y protección de menores, desde la experiencia de fe creída, celebrada y vivida fomentará el cuidado, el buen trato, la comunión y la vida fraterna en la pastoral orgánica de la iglesia diocesana, respetando las competencias y autonomías propias de otras instituciones canónicas y civiles, pero fomentando el trabajo en comunión y participación con ellas.

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