Como un “gran defensor de los Derechos Humanos” y un servidor incansable, entregado a su ministerio hasta sus últimos años, definió el párroco del Sagrado Corazón de Jesús de Quilpué, padre José Antonio Atucha, al sacerdote Ramiro Avalos, en su misa fúnebre, realizada el día de Navidad.
El padre Ramiro falleció el lunes pasado, a la edad de 94 años, siendo en ese momento el sacerdote más antiguo del clero porteño.
La misa para despedir sus restos se efectuó en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, donde prestó sus últimos servicios ya jubilado, concelebrando misas con el párroco, confesando y también en algunos casos presidiendo la eucaristía cuando se requería.
Tenía su residencia en el edificio vecino a dicho templo parroquial y se lo veía regularmente en las misas, como también caminando por el sector, de ida y regreso de sus diarios paseos al puerto de Valparaíso, acompañado por su hermana Ruth.
El oficio fúnebre fue presidido por el Administrador Apostólico de la Diócesis de Valparaíso, monseñor Pedro Ossandón, y se desarrolló a las 11 horas del martes, contando con una asistencia conformada por familiares, feligreses y residentes del Condominio V Centenario, donde residía, encabezados por el presidente del comité de vecinos, Alejandro Salinas.
La homilía estuvo a cargo del párroco José Antonio Atucha, quien hizo una sentida reseña de la vida y trayectoria del sacerdote. Recordó que desde joven tuvo una salud delicada, razón por la cual cuando entró al seminario para realizar su formación, le recomendaron que se retirara, ya que no tenía salud compatible con las tareas sacerdotales, lo que él obedeció. Sin embargo, dijo, tiempo después se encontró en una actividad con el padre Alberto Hurtado, hoy santo chileno, quien, tras conocer la historia, lo instó a que regresara y así lo hizo. “El padre Ramiro sobrevivió a todos sus compañeros”, expresó.
Narró que conocía al extinto sacerdote el año 1986, cuando el padre Ramiro desempeñaba la función de vicario parroquial en San Ignacio, de Llay Llay. Agregó que fue profesor del Seminario San Rafael de Valparaíso y vicario general de la diócesis de Iquique.
Señaló que fue párroco de San Martín de Tours de Quillota y destacó su trabajo como capellán de la cárcel de Quillota. Al respecto, recordó que cuando lo visitaba en su oficina del centro penitenciario podía apreciar que tenía altos de ropa y otros enseres que regalaba a los privados de libertad, mientras los asistía como religioso.
“El padre fue un gran defensor de los Derechos Humanos”, dijo, agregando que cursó estudios en la Universidad de Lovaina, en Bélgica, donde se especializó en la Doctrina Social de la Iglesia.
El padre Atucha agradeció a Monseñor Ossandón su inmediata disposición a presidir la misa fúnebre cuando él lo llamó para informarle del deceso, en tanto que, en su momento, el Administrador Apostólico agradeció también el haber participado, destacó la sentida homilía pronunciada por el padre Atucha y volvió a resaltar la figura del padre Ramiro Avalos.
El párroco del Sagrado Corazón de Jesús señaló que fue “un sacerdote de gran espíritu de servicio, sencillo, culto y de pocas palabras. Incansable en su espíritu sacerdotal. Durante su trabajo en Iquique le correspondió una labor importante con la Federación de Bailes Religiosos y, en sus últimos años, colaboró con mucha entrega en la parroquia Nuestra Señora del Rosario, de Quilpué, para concluir en Sagrado Corazón de Jesús.
Finalmente, el padre Atucha tuvo palabras de reconocimiento para las hermanas del padre Ramiro, muy particularmente para su hermana Ruth, quien vivía con él y lo asistió con gran amor y entrega en sus últimos años, lo que fue saludado con aplausos por los asistentes.
A su salida del templo, los asistentes otorgaron un aplauso al padre Ramiro, por la misión cumplida.
Sus restos permanecieron en el velatorio, donde estuvo acompañado por familiares, feligreses y sacerdotes, hasta el miércoles a las 15 horas en que fueron despedidos con una liturgia y posteriormente trasladados al cementerio de El Belloto.
El padre Ramiro Avalos nació el 8 de noviembre de 1924, en el inicio del Mes de María, en Salamanca; y falleció el 24 de diciembre de 2018, a horas de conmemorarse el nacimiento de Jesucristo. Fue ordenado sacerdote en la Iglesia Catedral de Valparaíso, en 1948.
Fuente: Pastoral de Comunicaciones Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús
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