“El sacerdote del siglo XXI tiene que ser mucho más acogedor con el pueblo de Dios, desarrollar un estilo parroquial más familiar”, sostuvo ayer el párroco del Sagrado Corazón de Jesús, de Quilpué, José Antonio Atucha Abad, al pronunciar la homilía de la Misa con que celebró los 30 años de su ordenación sacerdotal.
El oficio religioso se efectuó a partir de las 20 horas, en el templo parroquial ubicado en avenida Los Carrera, y fue concelebrado por el administrador apostólico de Valparaíso, monseñor Pedro Ossandón, y el obispo emérito de la diócesis, monseñor Gonzalo Duarte, además de monseñor Jorge Sapunar y sacerdotes invitados.
En la oportunidad, el presbítero estuvo también acompañado por miembros de su familia, feligreses de esa comunidad y representantes del Movimiento Cursillos de Cristiandad de Valparaíso, organización de la que el padre Atucha acaba de ser nombrado asesor diocesano, según decreto al que se dio lectura en la misma misa.
Al dirigirse a los asistentes en la homilía, el sacerdote hizo un recuerdo del nacimiento de su vocación, mientras estudiaba con la congregación Clérigos de San Viator, en Viña del Mar, su ordenación y su ministerio.
Asimismo, recordó a su madre fallecida, quien por primera vez no lo acompañaba en su aniversario. “Ella me acompañaba siempre sentada en primera fila y yo le entregaba un ramo de flores y le daba un beso”, manifestó emocionado.
El padre Atucha dijo también que la Iglesia ha vivido tiempos difíciles y, en lo particular, eso le ha causado dolor. “He sufrido”, expresó.
Su homilía tuvo muchas palabras de reconocimiento para sus formadores y también para su familia, de la que dijo que “somos muy aclanados” y siempre lo ha apoyado. Le agradeció a monseñor Duarte “quien, hace 14 años, me entregó esta parroquia”, sucediendo al fallecido padre Alvaro Bernal, su compañero de formación en el Seminario Mayor de Lo Vásquez.
En el marco de sus palabras, pidió a Dios que ponga en él “un poco más de fuego de sacerdote”.
La comunidad se hizo presente con obsequios y también con una lectura de agradecimiento y oración para que sea siempre un sacerdote fiel a su ministerio.
Tras la misa, el padre Atucha recibió el saludo de los asistentes y posteriormente la comunidad le ofreció una cena en el salón parroquial San Esteban, donde el párroco compartió y también cantó con la concurrencia. El agasajo incluyó una demostración de tango y una poesía especialmente hecha para él por la feligresa Luz Alberini, del grupo de lectores parroquiales.
Fuente: Pastoral de Comunicaciones Parroquia Sagrado Corazón de Jesús
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