Demora y burocracia en el proceso de reconstrucción “no han cambiado y el Estado no ha dado el ancho”
El Mercurio de Valparaíso, Domingo 07 de Abril
Estos son tiempos en que se está volviendo a escuchar a la Iglesia porque la sociedad está en crisis”, afirma el obispo de Valparaíso, monseñor Jorge Patricio Vega Velasco, svd por la sigla en latín Societas Verbi Divini, correspondiente a su congregación Misioneros delVerbo Divino.
Y no es que la institución se hubiera sumido en el silencio.”Siempre estamos hablando. Sólo que hubo un tiempo en el que no se nos escuchaba mucho, pero nunca dejamos de hablar”, agrega el prelado, quien está próximo a cumplir, el 15 de julio, tres años en la conducción de la Diócesis.
Preocupado por el clima de confrontación existente en el pais, se remite a la reciente carta de las confesiones religiosas y señala que “tenemos que buscar la forma de ponerle fin”. En ese contexto, se ha reunido con parlamentarios y actores políticos de la zona, “y ellos han pedido que nosotros tengamos también un papel, que facilitemos el diálogo”, para lo cual se manifiesta disponible.
Aquí también habla del “cáncer de la corrupción” y de la necesidad de erradicarlo con una consensuada política de shock, y reitera su crítica a la lentitud y la burocracia que ha observado en el proceso de reconstrucción, donde el Estado, sostiene, “no ha dado el ancho”.
REGRESO A LA IGLESIA
Previo a la toma de posesión de la Diócesis, usted dijo que esperaba del laicado un compromiso maduro con el Evan-gelio. ¿Le han cumplido?
Sí, veo y percibo a un laicado muy comprometido con las diferentes instituciones de la Iglesia, con las fundaciones, con las parroquias. Cuando llegué, decidí ocupar el instrumento FODA -permite identificar las fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas de determinados proyectos o misiones- para conocer mejor la realidad de la organización de la prelatura. Después de haber hecho un levantamiento de lo que es la Diócesis, había que reformular su organización. Los laicos trabajaron muy bien; con ellos hicimos toda una reorganización de la prelatura, animados por ellos.
¿Cómo notó la participación de los fieles en las actividades de Semana Santa?
Yo creo que ha ido in crescendo, todos los años. Llegué en época de pandemia, cuando no nos podíamos reunir en los templos, y he notado que cada vez más gente está participando. He recibido algunos informes sobre Semana Santa y son muy buenos. Me han comentado algunos sacerdotes que sus iglesias se llenaron. Y Carabineros me dijo que la última peregrinación al Santuario de Lo Vásquez superó el millón y medio de personas. La gente esta retornando a vivir su fe y a buscar un encuentro con Dios.
¿Faltan muchos sacerdotes o pueden dar abasto para sus parroquias y capillas?
No, no damos abasto. Yo admiro a los sacerdotes de acá, porque trabajan muchísimo como capellanes de colegios, en las parroquias, pero aun juntando a diocesanos y religiosos, somos pocos. Hay parroquias que no tienen sacerdotes. Y además se nos han retirado algunas congregaciones que han tenido que dejar las suyas.
TEMPLOS QUEMADOS
¿Cuántos templos se vieron afectados por el incendio?
Se nos quemó un templo parroquial en Villa Dulce, no quedó nada. También la capilla de Villa Independencia, que estaba bien construida y era muy bonita. El incendio destruyó otra en Pompeya, de la que sólo quedaron los radieres, y en ese mismo sector perdió su casa una comunidad religiosa femenina. En El Patagual, Villa Alemana, también perdimos un templo de material sólido, pero el fuego fue tan intenso que ya se nos dijo que había que derribar todo.
¿El Obispado tiene que abocarse a reconstruir todo eso?
Muchos de esos templos tienen seguro, veremos qué responden. Buscaremos ayuda para ver si, por ejemplo, nos pueden construir una capilla temporal, de madera, para luego ir levantando el resto, las salas de reuniones. Gracias a Dios, no perdimos ningún colegio.
FACILITAR EL DIÁLOGO
En la reciente carta de las confesiones religiosas, sus dignatarios llamaron a llegar a acuerdos en los temas que tocan la vida de los ciudadanos. ¿Lo cree posible en este clima de confrontación?
Fue una carta ecuménica e interreligiosa que llama a dialogar porque el país no da para más;
la sociedad ya está cansada de este clima beligerante a todo nivel. Los disparos en Lo Valledor muestran la beligerancia que hay. De eso nos damos cuenta todas las instituciones religiosas, y creo que tenemos que
buscar la forma de ponerle fin. Yo me he reunido aquí en el Obispado con parlamentarios de diferentes signos políticos, y ellos han pedido que nosotros tengamos también un papel, que facilitemos el diálogo. Es interesante porque no fuimos nosotros como Diócesis que lo propusimos, sino que salió de ellos.
¿Y ustedes están disponibles para asumir ese desafío de facilitar el diálogo?
Sí, estamos trabajando en eso, lentamente. El año pasado tuvimos tres o cuatro reuniones con grupos de parlamentarios de la zona, políticos, constructores de la sociedad, y ahora vamos a comenzar de nuevo.
Los casos de corrupción golpean a los más pobres. ¿Qué se hace para salir de esto?
La corrupción es uno de los cánceres que existen en nuestro país, y también hay otros que debemos trabajar para eliminarlos. Tenemos que hacer un tratamiento de shock, diría yo, para erradicar la corrupción.
Tengo la impresión de que a veces todos somos parte de esa corrupción. Yo puedo ser corrupto a alto nivel, desviando un montón de dinero, pagando grandes coimas, pero también como ciudadano de a pie cuando no pago un impuesto, cuando no cuido, rayo y ensucio una ciudad patrimonial como Valparaíso. Para ese tratamiento de shock, tenemos que ponernos de acuerdo todos. Desde el que tiene el poder de dirigir la sociedad hasta el ciudadano que pide su boleta cuando compra el pan.
HOSPITAL DE NIÑOS
Respecto al cierre del Hospital de Niños, usted señaló que si se vende, cosa que no es decisión de la Iglesia, que tiene 4 de 9 directores, se promoverá junto a la PUCV una nueva institución para cumplir con la misión y el legado de María Teresa Brown. ¿Qué significa eso concretamente?
Nosotros tenemos la tarea de velar por esa obra que construyó María Teresa Brown, y somos contrarios al cierre y a la venta del hospital. Siempre estuvimos proponiendo caminos para salir de la crisis y evitar el cierre. En esta misma oficina estuve varias veces reunido con la presidenta y el directorio, pero nunca se nos escuchó. Decíamos una cosa, ellos decían otra y al día siguiente cambiaban todo. Sí, somos minoría, pero nosotros queremos proteger. ¿Cómo lo vamos a hacer? No lo sé, porque me enteré por los medios de que fue vendido en febrero, cuando ninguno de nosotros estaba acá. Nos vamos a reunir en los próximos días con los representantes míos en el directorio para ver qué podemos hacer. Pero queremos que se continúe con el legado de doña María Teresa Brown. Hay que rescatar esto desde las cenizas.
LENTITUD Y BUROCRACIA
Usted criticó la demora y la burocracia en el proceso de reconstrucción de viviendas afectadas por el incendio.
He estado moviéndome mucho por los lugares del desastre, lo he hecho también con autoridades eclesiásticas, incluso con el Nuncio Apostólico. Una de las cosas que me llamó la atención desde el primer momento, es que la gente estaba sola levantando sus casas con sus propios recursos, con ayuda de hermanos y familiares, ‘encalillándose’, como me contaban. El Estado ha ayudado a limpiar y despejar con máquinas, pero no levantando casas. Y ahora se nos viene el invierno. ¿Qué va a pasar con esa gente?
¿Esta situación ha mejorado o sigue igual?
No he visto que esto haya cambiado. Hay mucha, mucha burocracia. Me crucé con personas que estaban levantando encuestas aquí y allá, pero de ahí uno no ve más. El Estado -y aquí no quiero echarle la culpa a los municipios- no ha dado el ancho, lamentablemente.
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