A casi cuatro meses de los devastadores incendios que dañaron a miles y miles de familias en las comunas de Quilpué y Viña del Mar, nos conduele ver el padecimiento de los damnificados que ahora, en las cercanías del invierno, sufren a causa de las lluvias. Que aún niños y adultos mayores sigan durmiendo en carpas es una escena que nos avergüenza y entristece. Los progresos en las sociedades no solo se evalúan en cifras y datos, sino también en el cuidado que brindamos a los más carenciados del país y en la agilidad con que las instituciones responden a las necesidades de los ciudadanos.
En estas últimas horas, el dolor se ha visto agudizado al enterarnos que dos personas han sido detenidas y formalizadas por su presunta autoría del megaincendio con resultado de muerte. La PDI ha dicho que se trataría de personas que se habrían concertado con el propósito de realizar el incendio. Los detenidos son un ex trabajador de la Corporación Nacional Forestal (Conaf) y un voluntario de Bomberos.
En medio de la reclamación de justicia y de castigo severo para quienes resulten responsables de los delitos que se les imputan, llamo a fortalecer y revitalizar nuestras instituciones. Nosotros, como Iglesia, y desde nuestra dolorosa experiencia, con humildad hemos tenido que reconocer que algunos de nuestros miembros no han sabido cumplir con las obligaciones y responsabilidades propias de su encargo y han traicionado el sentido profundo de su misión. Nadie podrá desconocer que tal dolor nos ha movilizado a realizar un trabajo serio en vistas a perfeccionar nuestros ambientes y evitar toda clase de vulneraciones. Todas las instituciones estamos llamadas a garantizar a la ciudadanía una vida digna, bajo la convicción de que las cosas se pueden hacer mejor, amparados en procesos internos cada vez más transparentes y responsables.
Basta leer encuestas o conversar con vecinos para darse cuenta de la enorme gratitud que sentimos por lo que los Bomberos hacen en nuestro país. Son un orgullo para todos nosotros por su capacidad técnica y espíritu de sacrificio, por su valentía y coraje, por su donación voluntaria y libre hasta la entrega de la vida en la lucha contra el fuego.
Por su parte, Conaf, como entidad dependiente del Ministerio de Agricultura, debe seguir administrando la política forestal de Chile y fomentando el desarrollo del sector. Ellos, y tantos otros del mundo público y privado, han de seguir alentándonos en el cuidado de la casa común que Dios nos regaló para vivir y desarrollarnos.
Finalmente, vuelvo a instar a la paz y a la reconciliación. No aprovechemos la caída de unos pocos para socavar las instituciones. Muy por el contrario. Aportemos, cada uno desde su lugar, a la construcción de una región caracterizada por el diálogo, y que vaya dejando atrás progresivamente todo aquello que nos divide. Que Dios sea el garante de nuestros propósitos de bienestar y progreso para todos.
+ Jorge Patricio Vega Velasco
Obispo de Valparaíso
Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso, 26 de mayo 2024.
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